Victoria importantísima del
Sevilla FC ante su eterno rival, un
Real Betis que se habría colocado, de ganar en el
Ramón Sánchez-Pizjuán, a dos puntos de su privilegiado
segundo puesto de la clasificación. El 2-1,
engañoso por cómo recortó distancias el cuadro de
Manuel Pellegrini ya en las postrimerías, sirve también para mantener el pulso, ya algo más de lejos, con el
Real Madrid por el título (al menos, para permitir que los de Ancelotti no se se escapen definitivamente), así como para seguir con un colchón suficiente con el quinto clasificado, pues el gran objetivo, eliminado de la
Champions League y de la
Copa del Rey (precisamente, por los heliopolitanos), es quedar entre los cuatro primeros y llegar muy lejos, si es posible hasta la final en su propio estadio, en la
Europa League.
Los de
Julen Lopetegui salieron a por todas, apabullando a su oponente con una
altísima presión, pero también con
verticalidad, circulación rápida del esférico y pegada. Así, tras reclamar dos penaltis en los primeros cinco minutos, uno pitado
de Bravo a En-Nesyri abrió el marcador, ampliado por
Munir antes del intermedio, de nuevo con la colaboración indeseada del meta chileno. En la reanudación,
despertaron los visitantes, pero tímidamente y tarde. En definitiva, un triunfo
justo y puede que corto del Sevilla, que cierra en parte las heridas del accidentado derbi copero y que encara la recta final del curso con optimismo, llevándose por un
parcial de 4-1 los duelos de máxima rivalidad hispalense en lo que a
LaLiga se refiere.
La mala noticia es que las lesiones no respetaron a ninguno de los contendientes. En el bando local, la plaga aumenta con el
Papu Gómez, que tuvo que retirarse antes del descanso, mientras que
Diego Carlos forzó, pero sólo le dio para medio partido.
Acuña y Tecatito acabaron renqueantes, al tiempo que
Fekir tuvo que retirarse por precaución, como el brasileño, en el paso por vestuarios tras una feísima entrada del 'Huevo' que le dejó
secuelas. En la grada, muchísima emoción, pero
dentro de los cánones legales, por suerte, para que nadie vuelva a hablar de Sevilla y su Gran Derbi de otra cosa que no sea fútbol y pasión. Una pequeña representación heliopolitana sufrió, como pasaría al revés el 15 de enero, pero no dejó solo a su equipo, que devolvió con aplausos y reconocimiento tras el pitido final un respaldo que deberá multiplicarse por muchas unidades el jueves ante el
Rayo Vallecano en la vuelta de las
semifinales del torneo del K.O.
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