Estaba el
Sevilla de
Lopetegui muerto. No había tocado fondo del todo ante el Mirandés, en Vigo ante el Celta, ni frente a un Espanyol colista. Había más margen para ofrecer una peor versión. Con pinzas se sostuvo en la primera mitad ante el Cluj, con más miedo que fútbol. Se entregó en la segunda hasta verse con el partido perdido, pero encontró el tanto del empate revolucionado por
Rony Lopes, con la entrada de
En-Nesyri y el cambio de sistema (del 4-3-3 al 4-4-2) y pudo, incluso, acabar ganando.
Monchi comentaba antes del partido que más que palabras, había que dar a la afición hechos. ¿Empatar de la forma en la que ha empatado el
Sevilla en
Rumanía son los hechos que pedía el director deportivo? Seguramente no, pero a veces en fútbol hay situaciones críticas que mejoran cuando logras resultados sin apenas merecerlo. Vuelve el Sevilla con mucha vida de la fría -casi helada- localidad
Cluj-Napoca, pero tendrá que rematar la faena en Nervión después de visitar al
Getafe, que ganó con contundencia 2-0 al
Ajax.
El gol deja la eliminatoria encarrilada y salva un partido lamentable del Sevilla. Sigue sumido en una preocupante crisis de juego y, lo que es más grave, de no saber leer los encuentros. En vez de ir a por un rival muy inferior,
Lopetegui trató de protegerse metiendo músculo y dureza en el centro del campo. En el primer tiempo le funcionó la idea. El
Cluj no le generó ninguna ocasión de gol, el Sevilla no sufrió y tuvo tres llegadas con peligro y un balón al larguero en un remate de tacón de
De Jong.
La segunda mitad la arrancó de la peor de las formas posibles, dando vida a su rival regalándole un sinfín de saques de esquina. Estaba cantado que el gol del Cluj llegaría y lo encontró el conjunto rumano en un penalti clarísimo por mano de
Koundé. Con el miedo en el cuerpo, la entrada de
Rony Lopes aportó velocidad, peligro, disparos a puerta -
¿quién le ha dicho a Suso que deje de chutar?- y en sus botas nació el tanto del empate. Muy bien
De Jong, y generoso, para que
En-Nesyri marcara a placer.
Sin ninguno de los faros, sin
Banega y con
Óliver Torres en la grada, el
Sevilla no puede construir fútbol. Los males de casi siempre: lentitud en la circulación de balón, errores en el centro del campo, cambios de orientación para regalar balones, ninguna llegada a puerta y algún futbolista, como
Escudero, en un alarmante bajo nivel de forma. El problema es que Reguilón tampoco está, acabó amonestado en el banquillo.
En
Getafe se verá si hay o no punto de inflexión.
Lopetegui, sorprendentemente, cree que su equipo hizo un buen partido y méritos para ganar. Si lo dice para animar a su tropa, se acepta el farol. Pero debería ver e intentar solucionar, más que lo positivo, todo lo negativo que hizo el Sevilla. Si
Lopetegui no es consciente del bajo nivel que ofrece en estos momentos el Sevilla, difícilmente va a ser capaz de cambiar cosas para elevarlo.