Una vez logrado virtualmente el objetivo de la permanencia, en la planta noble de Nervión centran la atención en la decisión que, obviamente, marca la planificación para la 24/25:¿Quién se sentará en el banquillo la temporada próxima?
Ahora mismo, reina completamente la incertidumbre tanto en cuanto la certeza matemática de los números chocan con las sensaciones y, sobre todo, con motivaciones ajenas a los resultados en el terreno de juego. La realidad es que ni a la directiva ni, mucho menos, a Víctor Orta, convence en absoluto la continuidad del madrileño y menos con los antecedentes de haber apostado en los cursos anteriores por Lopetegui y Mendilibar por haber cumplido objetivos y luego verse obligados a despedirlos en el primer tramo del siguiente curso.
Los 28 puntos de 45 conseguidos por Quique que han salvado al equipo de la debacle han frenado la determinación del club de poner fin a su etapa y ahora mismo no hay nada completamente decidido, y menos antes la falta de unanimidad ante las alternativas que hay sobre la mesa, casos de Arrasate, el mejor posicionados, Paulo Fonseca, Javi Gracias, Bordalás, Maresca, Raúl...
No obstante, en las últimas semanas se ha hablado sobre todo de la intención del Sevilla, pero poco del plan de Quique, si realmente desea seguir o no y disponer de un proyecto con un sello propio. Y lo cierto es que Quique no ha escondido que es feliz en Nervión más allá de que no lo haya podido disfrutar demasiado por las urgencias del equipo desde que llegó, lo que no quita que no vea demasiado claro su futuro en el Ramón Sánchez-Pizjuán, pues teme que la planificación para la 24/25 no responda las expectativas y se vuelva por los fueros de este curso.
Así las cosas, el técnico madrileño tiene sus propias condiciones para continuar, sobre que le garanticen la elaboración de un proyecto de garantías, con una plantilla competitiva para situar al Sevilla donde debe estar y también muy equilibrada. En este sentido, pide que la filosofía implantada por Víctor Orta de fichar a jóvenes promesas con el fin de revalorizarlas para conseguir plusvalías se combine con la presencia de futbolistas con experiencia que puedan asumir el mando en situaciones complicadas.
En este sentido, desecha la idea de que se descomponga la base actual del equipo ante la posibilidad de que el club venda a pesos pesados como Acuña, En-Nesyri u Ocampos y deje salir a Sergio Ramos ante la imposibilidad de renovarlos. Sobre ellos y otros jugadores ha edificado la reacción y no puede perderlos a todos. De esta manera, Quique exige certezas sobre la planificación para saber dónde se metería exactamente si acepta seguir, porque tampoco desea comandar un barco que ya zarpe con indicios de naufragio.