El Rayo Vallecano no estuvo fino en Mallorca en el primer partido que abrió el turno del domingo. Siempre estuvo a remolque y su mejor hombre Augusto Batalla. El meta argentino salvó numerosas ocasiones bermellonas hasta que finalmente acabó encajando a falta de 15 minutos para la conclusión. Un cabezazo de Muriqi en un córner botado por Dani Rodríguez en el que pudo hacer. Iñigo Pérez se mostró muy crítico en sala de prensa a la conclusión de la cita.
El entrenador de la franja no puso paños calientes y admite que fueron muy inferiores: "Efectivamente, cuando se da un partido en el que claramente hay un equipo que supera al otro desde el principio hasta el fin, es frustrante. No hay excusas, tenemos que analizar el partido con calma y con detalle. A partir de aquí utilizar estos partidos para mejorar".
Asume su porcentaje de culpa y desvela que le faltó al Rayo: "No hemos sido capaces o yo no he sido capaz de convencerles que lo primero que iba a suceder es un nivel de intensidad alto que lo he jugado y lo he vivido. Lo hemos visto en video y que el Mallorca lo tiene en su ADN. Después de eso, hay matices tácticos que nos han superado, a nivel colectivo e individual. Evidentemente tengo muchísima parte de culpa de lo que ha sucedido".
Acerca del rival, tuvo buenas palabras para el Mallorca de su buen amigo Jagoba Arrasate: "Ya lo dije en la previa y hoy se refrenda, con Jagoba se les ve muy dinámicos, valientes en ataque, se defienden bien, mantienen esa solidez que tenían con Aguirre. No sé lo que sucederá porque las temporadas son largas pero lo que sí es cierto es que están en un gran momento a nivel individual y colectivo".
Por último habló de su pasado mallorquinista. Iñigo Pérez jugó en el club balear en su última etapa como futbolista profesional: "Fue un momento muy duro a nivel personal, pero es cierto que aquí me trataron genial. Cuando uno ha pasado malos momentos de verdad, tiene clarividencia para ver quiénes le ayudan. En ese sentido tanto la gente del Mallorca como el propio club me ayudó mucho y es cierto que a uno siempre le quedará la espina de no haber podido aportar en el campo. Uno venía con ilusión pero la cabeza manda y en ese momento no estaba para jugar", finalizó.