Uno de las grandes lacras que mancha a la sociedad en general y al fútbol en particular es el racismo, que este sábado ha tenido un nuevo episodio, este vez en la liga portuguesa. El jugador luso-caboverdiano Chiquinho, del Famaliçao ha recibido insultos que hacían alusión a su raza durante la disputa del duelo de la jornada 21 que su equipo estaba jugando en el campo del Farense y que ha sido suspendido durante un tiempo, antes de reanudarse y finalizar en empate a uno..
Mientras el extremo estaba listo para sacar un córner cuando faltaban diez minutos para el final, un aficionado local le ha insultado, lo que ha llevado al 10 a acercarse al árbitro y denunciar los hechos. Esto ha derivado en la suspensión momentánea del encuentro. El agresor ha sido identificado por el propio futbolista, lo que ha facilitado mucho la identificación del mismo por la policía, que se lo ha llevado del campo. La víctima estaba tremendamente dolido tras el acto, y ha sido consolado tanto por sus propios compañeros como por los rivales, mientras en la megafonía del estadio se escuchaba la frase "estamos a favor del fútbol y en contra del racismo".
A sus 24 años, Chiquinho vive su primera campaña en la entidad lusa, tras llegar cedido en el pasado mercado estival procedente del Wolverhampton inglés. Los Wolves lo firmaron en 2021 tras destacar en el Estoril, pero no se ha termino de adaptar a las islas y tras encadenar cesiones infructíferas, como la última al Stoke City, ha vuelto a su país en busca de continuidad. Lo está consiguiendo a medias, ya que ha participado en 14 de los 21 partidos de la competición doméstica, aportando dos goles y tres asistencias para ayudar a los suyos, que marchan en la novena posición de la tabla clasificatoria.
El racismo lleva asolando al fútbol desde que la internalización se hizo patente, pero de un tiempo a esta parte los propios futbolistas afectados se han puesto manos a la obra para luchar contra él. El año pasado Vinicius se erigió como líder de las protestas tras lo que sucedió en Mestalla y hace escasas semanas en Italia, Maignan también lo sufrió en su carnes. El meta del Milán incluso abandonó el campo, dejando una imagen muy potente en el camino de acabar con esta perjucio que vive el fútbol y la sociedad y que es un deber común el combatirlo.