"Normal que un jugador se enfade. Él ve la situación desde su punto de vista y luego se da cuenta de que el equipo, incluso con el 1-0, da la sensación de que podía conseguir un gol. Son cosas normales cuando se pierde sin merecerlo de esa manera", señalaba el técnico del Celta, Rafa Benítez, para explicar por qué se fue al banquillo tras el cambio de Iago Aspas para hablar con él.
El capitán celeste estaba visiblemente enfadado por el cambio. El Celta perdía ante el Atlético en casa y él era de los pocos que había logrado, tras algún robo de balón, lanzar algún contragolpe en el que su equipo llevaba ventaja. Aunque luego acabara en nada.
"He hablado con él. Lógicamente, cuando le sustituyes está cabreado, pero buscábamos velocidad y frescura arriba", añadía Benítez, al que algunos le achacaban que el enfado y los gestos de Iago Aspas eran una falta de respeto y no merecía tal explicación. Lejos de esa opinión, el preparador madrileño le dio el valor de capitán que tiene y el peso pesado en el vestuario que el de Moaña ocupa.
Un 'respeto' que, luego, no le tiene sobre el campo. El futbolista gallego sólo ha podido terminar tres partidos en la presente campaña. Ha sido sustituido en seis de ellos y, en el otro, ante Las Palmas, fue suplente. De hecho, ya le ha retirado del campo en más ocasiones que sus otros técnicos en toda la pasada campaña.
Sus números, lógicamente, se han resentido. El pasado año anotó 12 goles y dio cuatro asistencias en los 37 encuentros en los que participó y, en esta campaña, tan sólo suma dos pases de gol en los diez encuentros que ha jugado.
Aspas, el habitual Trofeo Zarra de las últimas temporadas, no encuentra la continuidad que le permita brillar. Ya el pasado año no participaba tanto como en anteriores campañas, pero los técnicos que le tuvieron a su cargo lo mantenían en el campo porque su efectividad de cara a portería era la mejor del equipo. Y esta temporada, Benítez, lo retira más de la cuenta.
En los cuatro últimos partidos, sólo lo jugó todo en el empate ante el Getafe, en el que el Celta estaba volcado ante un equipo con un jugador menos. Frente a Alavés y Atlético de Madrid se perdió la última media hora y, en el mencionado partido ante Las Palmas, sólo jugó los veinte últimos minutos. Y lo que es peor para el Celta, los futbolistas que le sustituyeron -habitualmente Swedberg o Douvikas- no mejoraron su rendimiento. Lo que tampoco justifica esa merma de confianza de su técnico.
Por algo el Celta está en descenso, con un triunfo y seis puntos tras diez partidos. Sólo el mal inicio de Granada y Almería impide que la situación sea aún peor.