Como cada semana, LaLiga recopila los insultos y ofensas que se profieren en los campos de Primera y Segunda división y los remite para su conocimiento al Comité de Competición de la RFEF y la Comisión Antiviolencia, ligada al Consejo Superior de Deportes, al tiempo que pide la colaboración ciudadana para que no se escape sin reflejar ninguna de estas actividades incívicas en los recintos deportivos. Como era de esperar, la exageración de Iago Aspas en febrero de 2023 al fingir una agresión inexistente de Luiz Felipe que costó la expulsión al brasileño sigue trayendo cola desde entonces, con la grada del Benito Villamarín de uñas con el capitán celeste. No miró para otro lado el '10', que trató de repetir para provocar la segunda amarilla a Johnny Cardoso en una entrada por detrás en la que toca claramente balón y aplaudiendo irónicamente cuando se retiraba para 'calentar' un poco el ambiente, lo que le recriminó luego Adrián San Miguel.
El director de partido designado en La Palmera captó hasta tres comportamientos relacionados con la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, "una vez analizada la información y los oportunos documentos gráficos y audiovisuales del mencionado partido", haciendo constar que, "en el minuto 40 de partido, un grupo de aficionados locales ubicados en los sectores centrales de Gol Sur Grada Tribuna Baja del estadio, donde se sitúan loē grupos Supporters Gol Sur y Grada 1907, entonaron de forma coral y coordinada durante aproximadamente 10 segundos el cántico “Puta Vigo, puta Vigo”; en el minuto 78, desde la misma zona se escuchó “Iago Aspas, hijo de puta”, seguido del cántico “tonto, tonto”; y, justo a la finalización del partido, este mismo grupo entonó una versión de la primera desconsideración: “Puta Vigo y puta Balaídos”. LaLiga aclara que todo fue "únicamente desde la zona descrita, manteniendo el resto del público de Real Betis un comportamiento adecuado".
Los miembros de la peña celeste Siareiros relataron un incidente con las fuerzas de seguridad a la hora de introducir en el Benito Villamarín una pancarta con el lema 'Porriño'. En un primer lugar, la Policía se incautó de la misma al pensar que se trataba de una incitación al consumo de estupefacientes, en concreto hachís o marihuana, aunque enseguida se aclaró la referencia a la localidad pontevedresa de la que es natural el entrenador del RC Celta, Claudio Giráldez, por lo que lució en la denominada como 'jaula', el espacio reservado para las aficiones visitantes en la esquina de Gol Norte con Fondo. No se registraron incidentes reseñables entre los más de 250 aficionados vigueses presentes en el Coliseo de La Palmera y los ultras locales, a pesar de que entre los primeros había miembros de la agrupación radical Celtarras, de ideología contraria a United Family y Supporters Sur.