Madrid, 21 jun (EFE).- El Rayo Vallecano culminó una temporada de altibajos con un ascenso histórico que refleja la fe de un equipo que nunca dejó de creer y que, bajo el liderazgo silencioso de Andoni Iraola desde el banquillo, regresa a Primera dos años después de perder la categoría por última vez.
El equipo madrileño, que se metió en promoción como sexto clasificado y con suspense tras perder la última jornada con el Lugo y beneficiarse también de la derrota del Sporting con el Almería, se guardó su mejor repertorio de juego y sensaciones para el momento clave.
Leganés y Girona, los dos equipos que más en forma llegaron al tramo final del campeonato, fueron eliminados en la promoción por un Rayo que siempre creyó en sí mismo y cuya fe incluso le permitió remontar un resultado adverso en Montilivi y sufrir con un jugador menos durante casi cuarenta minutos.
Esa victoria con tintes épicos en Girona fue el punto culminante de una temporada marcada por la irregularidad, en parte suscitada por los continuos cambios en el once titular efectuados por Iraola, que pareció no dar con la tecla concreta de un equipo tipo hasta la promoción.
De hecho, el Rayo de esta temporada bien se podría calificar como el equipo de las remontadas. Empezó perdiendo 23 partidos y después consiguió igualar tres resultados y ganar siete encuentros, una rémora que le impidió asentarse más cómodamente en la zona alta cuando tuvo varias oportunidades para ello.
Sin un delantero centro de referencia titular, la responsabilidad del gol recayó en el trabajo coral de todos sus jugadores ofensivos (Andrés Martín 2 goles, Yacine Qasmi 6, Antoñín 7, Miguel Ángel Guerrero 1 y Leo Ulloa cero), sin que ninguno lograra hacerse con el puesto de forma continua. De hecho, de todos ellos, el que más veces fue titular a lo largo de la campaña fue Qasmi, con 22 partidos de inicio de los 50 oficiales disputados.
En la portería las rotaciones también fueron habituales y, aunque el macedonio Stole Dimitrievski (30 partidos) fue el que más jugó, también tuvieron sus oportunidades Miguel Ángel Morro (6) y el francés Luca Zidane (15), que sostuvo al equipo en la promoción con algunas paradas de mérito.
La columna vertebral la formaron el lateral derecho peruano Luis Advíncula, el central Alejandro Catena, los centrocampistas Oscar Valentín y Santi Comesaña y los extremos Álvaro García e Isi Palazón, todos ellos indiscutibles para Iraola, que encontró en ese sexteto una buena base sobre la que construir los cimientos de su obra.
También muy importante fue el joven lateral izquierdo Fran García, cedido por el Real Madrid, que a sus 21 años aprovechó la oportunidad para demostrar su valía y ahora sueña con jugar en Primera, ya sea dirigido por Carlo Ancelotti o representando al barrio de Vallecas.
Todo grupo debe tener un buen líder y, en el caso del Rayo, sobre el césped lo fue el argentino Oscar Trejo, pieza fundamental para Iraola y que no dudó en echarse al equipo a la espalda cuando más lo necesitó. Lo mismo hizo Bebé, cuya reaparición el 30 de octubre de 2020 tras 369 días fuera por una grave lesión dio un espaldarazo al grupo por las prestaciones que el portugués aportó como revulsivo de un vestuario en el que siempre ejerció de eterno capitán Alberto García, inédito este curso al seguir recuperándose de la rodilla izquierda.
Lo que no cambió esta temporada en el Rayo fueron las polémicas. Aunque no pudo haber público en las gradas por la pandemia de la COVID-19, las críticas de la afición, a través de las redes sociales, hacía la gestión del presidente Raúl Martín Presa se siguieron produciendo, llegando a su punto álgido el 26 de abril, cuando invitó a dos de los líderes de VOX amparado en que su palco está "abierto a todas las ideologías".
Ahora, tanto Raúl Martín Presa como el director deportivo, David Cobeño, deberán decidir quién será el entrenador la próxima campaña. Andoni Iraola acaba contrato y, aunque se ha ganado con resultados seguir, su continuidad es una incógnita. Después, el reto será confeccionar una plantilla de garantías para tratar de no sufrir en Primera y no volver a vivir un sueño efímero en la máxima categoría.
David Ramiro