El streamer
Ibai Llanos es todo un fenómeno de masas. Este joven de 25 años y vasco de nacimiento, se ha destapado como uno de los hombres del momento. Con un éxito rotundo entre los jóvenes, a los que conquistó hace ya unos años como comentarista online de videojuegos, su postura en algunos asuntos como la evasión de impuestos, la gordofobia o los problemas mentales le han colocado en primera plana y convertido en
un referente no sólo para esa 'generación Z'.Este domingo, el periodista catalán
Jordi Évole lo entrevistaba para su programa, una charla que ha sorprendido a muchos por la cercanía del personaje y por algunas de sus reflexiones, que no dejan indiferente a nadie.
Ibai, que contó cómo se convirtió en uno de los streamer más famosos del mundo, relató que a pesar de su actual situación, sus orígenes no fueron tan glamurosos. "La situación económica en mi casa era muy buena, vivíamos muy bien.
La crisis de 2008 pegó muy duro. A mi padre le quitaron del turno de noche, mi madre se quedó sin trabajo y no volvió a trabajar nunca más. Mi padre tenía muchas deudas. Recuerdo que llamaban de Cofidis. Le embargaron la mitad de su sueldo. Empezó a haber muchos problemas económicos en mi casa.
Mi padre ha llegado a estar sin comer algún día para que mi hermano pudiera comer", recordaba el creador de contenidos en redes sociales, que relató cómo le echaron de un restaurante en Barcelona por no respetar el 'dress code'. "Me fui a comprar un pantalón. En el centro de Barcelona. Negro largo. No me cabía ninguno. Di con uno que me cabía, pero valía 800 euros. Pensé en comprármelo, pero por mis cojones no me lo compré. Ese día acabamos en un kebab. Me dolió".
Llanos también habló sobre los problemas de ansiedad que sufrió en una época de su vida, justo cuando se trasladó a vivir a Barcelona por cuestiones de trabajo. "Lo pasé muy mal con la mudanza. Fue la peor época de mi vida.
Empiezo a notar que se me duermen piernas, se me duermen los brazos, me mareo. No sabía que era ansiedad o un ataque de pánico. Llamaba a mi padre para preguntarle por qué no podía caminar, por qué me daba miedo salir a la calle o quedarme en casa".
Sorprendente fue también su postura acerca de las casas de apuestas y los bancos, a los que se niega a publicitar por principios. "
Rechacé a un banco cuando era muy joven. Era mucho dinero, me tuve que pensar mucho. Era un banco muy joven, pero era una campaña muy fuerte, ser su imagen durante 6 meses. Una colaboración tan fuerte con un banco me da respeto.
Es que luego es fácil que desahucien a siete personas. Siempre he rechazado casas de apuestas, que pagan mucho. Hace unos años me di cuenta de que metieron siete anuncios de casas de apuestas en el descanso de un partido. Y pusieron muchas casas de apuestas en mi barrio. Esas cosas no me molan. El tío de mi abuelo se enganchó al juego. Apostaba en pelota mano. Y
fue adicto a la ruleta. Se acabó suicidando".
No escondió, como no lo ha hecho nunca, que su situación económica es muy favorable e incluso confesó lo que recibe por suscripciones en la plataforma en la que realiza sus directos -120.000 dólares al mes-, e insistió en su archiconocida postura sobre evasión de impuestos y los traslados que otros compañeros de profesión han realizado en los últimos meses a Andorra. "Me dicen: '
Me gustaría verte con ese dinero'. Lo tengo, pero tampoco me mola el hecho de estar sacando pecho, de que la gente te aplauda, 'es un héroe'. Pago lo que me corresponde en el país donde vivo".
En cuanto a los insultos que ha recibido en redes sociales acerca de su aspecto, Ibai confesó que ya no le "afectan". "Sé que estoy gordo. Cuando empecé a currar estaba
gordito. Cuando has engordado un poco pero intentas aparentar que no, molesta. A nadie le gusta que le llamen gordo, ahora me lo tomo con humor.
Me lo han llamado 60.000 veces. Me afecta un 1% de lo que me afectaba antes".
Por último, en la víspera del Día de la Mujer, Llanos admitió la escasa presencia de mujeres en su gremio, algo que lamentó, pero aseguró, no obstante, que son muchas las que últimamente están intentando romper ese techo. "Hay tanta toxicidad por el anonimato. En Twitter o en Twitch. Te lleva a decir lo que nunca dirías. Lo usan como pozo donde la gente se desahoga en cuanto a su frustración.
Hay pocas chicas, es una realidad. Es una comunidad con la que hay que tener cuidado. Hay mucho garrulo suelto. Hay que tener reparo, pero en los últimos años a nivel de actitud de la gente que juega ha habido un cambio a favor. El cambio brutal es que hay muchas más chicas desde hace años".