Quien no viera el
Eibar-Betis y se hiciera una idea el partido por el 1-0 final estaría muy lejos de lo que pasó en Ipurua. Los 'highlights' dejan un buen puñado de paradas entre
Joel y
Dmitrovic, reflejo de un buen partido en el que el Betis se vio obligado a cambiar su guion habitual para tratar de desactivar a un
Eibar que fue, como siempre, fiel a sí mismo.
Para el choque en
Ipurua -y después de la manita del año pasado-
Setién confió más en la intención que en la posesión. No le importó alternar el juego largo con el corto para evitar la presión asfixiante que proponen los armeros en campo ajeno. Es cierto que hubo algún desajuste -una pérdida de
Kaptoum en la salida y una arriesgadísima salida de
Joel regateando a dos futbolistas- pero en general el
Betis no se complicó en la salida y buscó una mayor verticalidad.
Guardado ayudó mucho como bisagra entre la defensa y el centro del campo. Ocupó mucho espacio y se soltó con asiduidad. El Betis también supo llevar con presteza el balón a las bandas, sobre todo a la de
Tello, para buscarle las cosquillas al
Eibar. Defendió bien los centros de
Cote y
De Blasis y sólo le faltó atar más en corto a Orellana.
Pero ni con todas estas virtudes al
Betis le dio para rascar un punto en
Ipurua. Buena parte de culpa la tuvo
Dmitrovic y la sempiterna falta de puntería del equipo verdiblanco durante esta temporada. Esta vez escuchando a
Setién tras el partido uno no tuvo la sensación de que le contaran un encuentro que no habían visto.
Enrique García
