Desde que hace tres días se detuvo a Ángel María Villar no han dejado de salir noticias e indicios que inducían a pensar que iba a ocurrir lo que ayer ocurrió: que el aún presidente de la RFEF ingresaría irremisiblemente en la cárcel. De ellas algunas no son nuevas.
De hecho, tenía pendientes procedimientos por los conocidos casos 'Recre', 'Marino' y 'Haití', en los que se le acusaba de una posible prevaricación, apropiación indebida o una malversación de 1,2 millones de euros de una subvención del CSD. En estos dos días han aparecido los 51,7 millones que le costó a la RFEF su relación con Santa Mónica, los diez partidos de la selección española por los que habría cobrado su hijo Gorka, el despido -y posterior contratación- de la secretaria Esther Gascón a cambio de 300.000 euros... Y lo que queda por salir. Ahora todo el mundo lo sabía, pero nadie movía un dedo para que algo cambiara. Y el que lo movía era por interés propio.