Las renovaciones no se firman un domingo. Simplemente, este domingo, tras ganar a la Real y justo antes de visitar el Wanda, era
el día ideal para anunciar la noticia, porque
en el Sevilla FC no se da puntada sin hilo. Cuando está
Monchi, claro. El de San Fernando
marca los tiempos absolutamente para todo, y un acuerdo de este tipo no se puede hacer oficial cuando sea:
causa un impacto y en Nervión han conseguido que sea
el más positivo posible. ¿O las reacciones habrían sido las mismas tras lo del Real Valladolid?
Lo que esconde la renovación de Lopetegui es, sobre todo,
confianza. Confianza que dan los
resultados que ha logrado; las que dan todas esas
grandes estadísticas que destacaba el club nervionense en su comunicado, como sus 1,89 puntos de media por partido, el 57,9 % de triunfos o una imbatibilidad del 82,27 %. Que son fantásticas, sin duda.
Pero lo que más peso tiene en su ampliación son
los intangibles. Su
trabajo diario (y el del confinamiento, en particular),
su exigencia (de puertas hacia adentro),
su inconformismo (hasta tras las victorias se centra en lo que se puede mejorar y exige más),
su esfuerzo por mimetizarse con el club desde el primer día,
su discurso sin titulares,
su manejo del vestuario... y, aun teniendo sus ideas muy claras,
su predisposición a mejorar.
Porque el vasco
no es impermeable a lo que se dice, aunque lo niegue, y
va cambiando cosas. No todo lo que se le critica, dado que el entorno del Sevilla es crítico 'per se' y no se deja pasar ni media (por suerte para la entidad), pero sí
errores evidentes, como
su forma de gestionar las rentas: el equipo ya no se mete a atrás, a dejar que pasen los minutos, sino que empieza a hacerlo arriba y está entrenando el contraataque para sentenciar los encuentros. Y es que se olvida en este asunto valorarlo desde la perspectiva de Lopetegui, a quien el Sevilla no ha renovado de manera unidireccional: él sabe que
estar en un club con tamaña exigencia también le está haciendo crecer como técnico, y por eso ha decidido estampar su rúbrica.
Sus ganas de crecer las valora sobremanera un Sevilla al que no le van los técnicos acomodados, escondidos tras un buen discurso. Y sólo hay que mirar atrás o alrededor para saber que
dar con un técnico así, sobre el que se pueda sustentar un proyecto, no es fácil. De hecho, los clubes de las cinco grandes ligas tuvieron
una media de dos entrenadores durante el último lustro y, si cumple su nuevo contrato, el otro exseleccionador
estará en Nervión cinco años.
Obviamente,
firmar y cumplir un contrato no son sinónimo, sobre todo en el fútbol. Y
lo que opine el sevillismo da igual, no nos vamos a engañar; de hecho, Lopetegui
llegó con la opinión pública en contra. Por mucho que el club haya buscado que sea ante esta noticia lo más positiva posible. Lo que esconde realmente su mejora de contrato es
la confianza plena de Monchi, que es, sin duda, la única realmente importante, pues
no hay éxito sin una buena simbiosis entre entreador y director deportivo: el de San Fernando dice, además, que
Lopetegui le hace creer y, siendo así,
no puede haber una mejor noticia para el Sevilla, dados que los técnicos, al fin y al cabo, terminan pasando y que a él, que seguirá por mucho tiempo liderando la nave,
le quedan ya pocos sitios más por los que ensancharse.