Noche de todo menos plácida la de este miércoles en un
Benito Villamarín que debe poner los puntos sobre las íes al decepcionante arranque liguero de su equipo. Un plebiscito tan sano como inevitable que, según el termómetro de las redes sociales, no sólo afectará a banquillo y futbolistas, sino también al palco.
Ahí,
Haro y Catalán estarán a las duras como antes estuvieron a las maduras, que, seguramente, volverán. Pero está bien que la exigencia no desaparezca, que los que pagan expresen su opinión, que dicten la sentencia de una masa que, por aquello de que compacta, une y da sentido, es más argamasa que amalgama.
Lo ideal es que la grada se exprese al principio. Que apriete las tuercas a los que están sobre el césped y a los que se sentarán en sus sillones cuando
Gil Manzano ordene el comienzo del partido, un momento que tendría que ejercer de punto de inflexión entre la reprimenda y el aliento. Porque a los verdiblancos les hará falta hoy mucho de sus fieles. Los que marcan diferencias las más de las veces.
Los que algunas veces, aunque suene exagerado, ganan partidos, como otras tantas condenan a los profesionales al fracaso entre pitos y cánticos. Hay tiempo y lugares de sobra para dejar patente el malestar por las expectativas truncadas. En esos noventa y pico minutos, no estaría mal que llevaran en volandas a quienes, en realidad, están deseando brindarles un guiño en forma de triunfos. Y el 30 de octubre, víspera de
Halloween, es el mejor día.
La noche promete emociones fuertes, puesto que tanto
Rubi como
Escribá saben que se juegan su futuro con una última bala que, de no dar de lleno en el blanco, les mandará a casa en la jornada 11. A lo máximo que aspiran es a una tregua hasta el fin de semana. Y, si el derbi se termina aplazando, luego habrá tres semanas para ejecutar lo que dicte el guion que se escribirá esta noche en
La Palmera: reseteo o consolidación. De momento, el de
Vilasar de Mar intentará salirse con la suya o, en su defecto, morirá con sus ideas. Como la de quitar del escenario de alternativas la defensa de tres centrales, opción que otros tan tozudos o más aceptaron como vía para tapar el coladero defensivo, más aún sin un pivote específico.
Vistos los vaivenes, el plan ante el
Celta es toda una incógnita. No habría que descartar sorpresas como la de Ismael o el retorno a la doble punta. Más le vale a
Rubi encontrar el 'truco' que propicie un trato con directiva y afición para prolongar su vinculación, que sirva para espantar las 'meigas' y traer de nuevo la comunión al beticismo. Cosas más raras se han visto.