El adiós de
Eduardo Berizzo ha traído consigo el retorno de
Juan Carlos Unzue al Celta, donde ya estuvo como
segundo entrenador con Luis Enrique. Forjado en la escuela azulgrana, en Vigo han optado por una corriente continuista en la que el balón y el fútbol ofensivo seguirá siendo los protagonistas, aunque su práctica, ahora, es diferente a la que venía desarrollando con el argentino.
Y es que con una teoría similar, la elaboración de uno y otro entrenador son diferentes. El
Celta de Unzue es mucho más pausado y brilla más en la elaboración que el del 'Toto', habiendo perdido, eso sí, bastante verticalidad. Los jugadores celestes muerden ahora menos en la presión, que es más zonal, y sigue evidenciando ciertos problemas defensivos, especialmente a la espalda de los centrales. Y es que la retaguardia es seguramente la línea más descompensada, abundando los centrales y escaseando los laterales.
Todo lo contrario que ocurre en la zona ancha, donde mejor armado se encuentran los vigueses. En el deseo de Unzue de sacar el balón jugado desde atrás, la responsabilidad recae sobre
Fontás, algo que, como pudo verse ante la Real en la primera jornada, no está asimilado del todo.
En la punta de lanza,
Iago Aspas cae a banda, jugando Unzue con un '9' de referencia al que
Maxi Gómez, como bien demostró en su estreno liguero, se postula con garantías. Un Celta, como el Betis, aún en construcción.