Que la depresión del Betis es galopante y que la imagen del equipo está lejos de lo mínimamente aceptable está muy claro, pero si, además, le ponen la zancadilla y le meten palitos en las ruedas, entonces sumar los tres puntos es algo prácticamente utópico. En Las Palmas de Gran Canaria, el equipo verdiblanco contó con un hándicap determinante: José María Sánchez Martínez.
Sin que sirva como atenuante, el colegiado murciano y, sobre todo, sus auxiliares, perjudicaron de una manera flagrante a los pupilos de Víctor Sánchez del Amo. Primero, al señalar de manera equivocada un fuera de juego de Álex Martínez, que inició en línea con la zaga amarilla una jugada que acabó con gol de Rubén Castro, todavía con 0-0 en el marcador. Para colmo, poco después dio validez a un tanto de Kevin Prince Boateng que partió en clara posición ilegal.
El árbitro culminó su mala actuación al no ver unas manos en el área de Lemos, que además de cometer penalti tendría que haber visto la segunda amarilla y ser expulsado. Luego también perdonaría a Pezzella.