Cinco semanas después de que el Rayo Vallecano y el Betis hiciesen oficial
la cesión de Roman Zozulya al conjunto madrileño, el delantero ucraniano sigue sin equipo, sin una solución a una situación más enquistada cada día que pasa y con las mismas opciones que ya tenía el 1 de febrero: quedarse hasta el final de la temporada trabajando sin ficha en Heliópolis, renunciar a su seguridad para ir a Vallecas o
aventurarse a deshojar exóticas margaritas y rezar para que el destino sea benevolente con él.
De momento, mientras sigue negociando con los dirigentes franjirrojos, el de Kiev y sus representantes están apostando por esta última opción: la de agotar los países que todavía tengan abierto el mercado de fichajes y que sus ligas inicien una nueva temporada, requisito indispensable para que la FIFA le autorice a fichar por otro club que no sea
Dnipro, Betis y Rayo, los tres que ha tenido en la 16/17.
La opción de regresar al club ucraniano se cayó el pasado día 2 de marzo, cuando en su país cerró el plazo para fichar sin que sus agentes,
José Lorenzo y Vladimir Kuzmenko, lograsen que los denunciantes retirasen las demandas por impago que le costaron al Dnipro ser sancionado sin inscribir a jugadores.
Esto ha sido
un palo para Zozulya, que albergaba ilusiones y que en privado se había mostrado bastante optimista ante esta posibilidad.
Ahora q
uedan pocas opciones atractivas. La Serie A de
Brasil, con plazo hasta el 4 de abril; la MLS de
Estados Unidos, hasta el 5 de mayo; la J1 de
Japón, la Allsvenskan de
Noruega y la Veikkausliiga de
Finlandia, en las que cierra el 31 de marzo, y la Vysheyshaya de
Bielorrusia, con tiempo hasta el 5 de abril.
El Rayo ya le demostró la semana pasada -no le recibió nadie y luego fue conducido con u
n esperpéntico secretismo a una reunión improductiva- que con la boca pequeña le abre la puerta de Vallecas, pero en la práctica se la cierra y lo único que propone es rescindir el contrato.