No van las cosas bien por Dallas. Hace tiempo que se hablaba sobre la necesidad de sumar una segunda estrella a Luka Doncic, pero quizás la elección, Kyrie Irving, no era la indicada.
La realidad es que en la presente temporada de la NBA se espera mucho de los Mavericks. La campaña pasada alcanzaron las finales de la Conferencia Oeste teniendo únicamente al genio esloveno como líder indiscutible del equipo. Ahora ha llegado otro All-Star cuya calidad está fuera de toda duda. La cuestión es que ésta atañe únicamente al plano individual; es decir, su encaje con Doncic forma parte de otra película.
Ante tal escenario, la única prueba para despejar dudas se encuentra sobre el parqué. Desde el traspaso de Irving desde Brooklyn había ganas de verles jugar juntos y dilucidar que eran capaces de hacer. Pues bien, llevan cinco partidos juntos y han perdido cuatro; uno de ellos viendo como les remontaban hasta 27 puntos...
Las derrotas no están afectando a Luka Doncic (o sí), pero lo que sin duda le empieza a molestar hasta el punto de agotar su paciencia son las críticas al nuevo dúo de la organización de Texas. Al esloveno no le gusta un pelo que se hable de las derrotas del equipo como las de Irving y Doncic. El base entiende que tal balance es injusto e implora porque los análisis se hagan en conjunto.
"Creo que deberíamos hablar de todo el equipo porque la realidad es que aquí jugamos como un equipo, este es un deporte de equipo. Ganamos y perdemos como equipo. No se trata solo de dos jugadores", sentencia con rotundidad.
No hablamos de que fuese probable que la pareja que forman Doncic e Irving perdiese muchos partidos –están a tiempo de dar la vuelta a la situación–, pero sí de que pasara lo que pasara todos los focos iban a apuntar a ellos. Siendo con diferencia dos de los jugadores más mediáticos de la NBA, las críticas y los elogios les iban a llover sin término medio. Por ahora están viendo la cara amarga de su presente, pero no pueden perder la paciencia ante ello.
En una Conferencia Oeste enormemente igualada, Dallas solo puede pensar en el siguiente partido sin mirar lo que ocurrió hace 24 horas. Cualquier victoria puede ser determinante para que la temporada pase de ser un fracaso a un éxito escrito con letras mayúsculas.