José Antonio Rivero4 min lecturaNoche negra para el baloncesto europeo. Real Madrid y Partizan disputaban el segundo partido de los cuartos de final de la Euroliga cuando Sergio Llull, base del conjunto blanco, hizo una dura falta al escolta del equipo serbio, Kevin Punter.
El jugador del Partizan se revolvió hacia el del Madrid haciendo el amago de darle un puñetazo, algo que no ocurrió, pero el lío ya estaba montado. Varios jugadores de ambos equipos, tanto los que estaban en la pista como los del banquillo, saltaron al campo para ensalzarse en una violenta pelea, en la que tuvieron que entrar miembros de la seguridad privada del WiZink Center para separar a los jugadores.
La acción que más llamó la atención, por su excesiva violencia, fue la del ala-pívot del Real Madrid Guerschon Yabusele, quien, como si de lucha libre se tratase, cogió a Dante Exum, alero del equipo rival, y lo volteó contra el suelo para luego caer encima de él.
Tras separar a todos, con gente del público ayudando a llevarse a los jugadores de uno y otro equipo, los árbitros del encuentro observaron los monitores para ver qué decisión tomaban, o más bien a cuantos jugadores descalificaban.
Finalmente, tras varios minutos de deliberación y a falta de más de un minuto para la finalización del partido (1:40) los colegiados decidieron dar por finalizado el encuentro con el resultado que reflejaba el marcador, victoria para el Partizan por 80-95. Con este resultado, los serbios se ponen 0-2 en la eliminatoria, aunque sin duda hoy lo de menos fue el marcador, puesto que ambos equipos dieron una imagen bochornosa, protagonizando uno de los momentos más tristes de la historia de la competición y del baloncesto europeo.
Los árbitros tomaron una decisión sin precedentes en la que la Euroliga tendrá que tomar medidas.
El plan A del Real Madrid duró poco más de tres minutos, los que necesitó el equipo serbio para sacar un parcial de 0-9. El siguiente plan de los de Chus Mateo fue recurrir directamente a la heroica, metiendo a Sergio Llull, que no jugó en el primer partido, y a Vincent Poirier, operado de apendicitis el pasado 6 de abril y que no había completado una sesión de entrenamiento.
El Real Madrid pareció salir con otro aire en el segundo acto, con más presencia defensiva y con más energía, lo que se tradujo en un parcial de 7-0 en los primeros 3 minutos (28-31), y que pareciera que el equipo español por fin había encontrado la manera para afrontar el partido con garantías.
Pero fue sólo un espejismo. Los de Chus Mateo se fueron desesperando con sus fallos y con las decisiones arbitrales, mientras que los de Zeljko Obradovic siguieron a lo suyo, a jugar y encestar.
El 80-95 final hace justicia y el 0-2 de la eliminatoria pone las cosas más que complicadas de cara a la clasificación para la final a Cuatro para un Real Madrid que sin Tavares no tiene plan B.