Samir Nasri está viviendo ahora en
Sevilla una segunda juventud. En Nervión ha vuelto a disfrutar del balón pese a que ha pasado por dos de los clubes más potentes del mundo como el
Arsenal y el
Manchester City. Sin embargo, el marsellés no olvida sus orígenes, sus inicios humildes con mucho sacrificio y esfuerzo, y así lo recuerda para la revista
Football Club. "Nací en un vecindario difícil. No teníamos mucho dinero pero fueron los mejores años de mi vida, cuando aprendí a jugar al fútbol. Allí vivía toda mi familia: mis abuelos, todos, mis tíos... fueron años muy bonitos porque estábamos todos juntos. Cuando tengo unos días de descanso seguidos me gusta ir a
Argelia para ver a mis abuelos, que están ya mayores y no pueden viajar mucho. Aparte de eso, es mi familia la que suele venir a verme. Soy un tipo muy familiar y soy lo que soy gracias a ellos", dice durante la entrevista, donde ahonda en sus inicios como profesional.
En la academia de Marsella: "Era el más joven de la academia, un pequeño demonio que hacia algunas trastadas... pero fueron buenos momentos. Fue un gran cambio para mí e importante para mi carrera el pasar de entrenar dos o tres veces por semana a todos los días. Lo único malo es que echaba de menos a mis padres y hermanos, solo los veía una vez por semana".
Un punto de inflexión en su carrera: "Cuando tenía 17 años empecé como profesional. Era un chico abierto y le sonreía a todo el mundo, era amable y encantador. Sin embargo, a los 19, cuando tuve las lesiones y estuve en el hosptial, no recibí tantos mensajes como creía de los que decían ser mis amigos. Así que, desde entonces, intento protegerme a mí mismo, ser bueno con mis amigos, con mis amigos reales, los de verdad, con la familia. El resto me da igual lo que piense de mí. La gente de mi alrededor sabe que soy una buena persona y que siempre intento darles todo porque yo los elegí".
De carácter muy reservado: "Nadie me conoce porque no quiero que me conozcan. Puedo decir que es un problema, pero he sido decepcionado demasiadas veces en mi vida por la gente, así que lo único que quiero es protegerme a mí mismo. No me quiero abrir a la gente de fuera, quiero parecer arrogante y frío para que la gente no me hable mucho. Siempre va a haber gente a la que no le vas a gustar. Así funciona. No puedes ser querido por todo el mundo, así que intento ser lo más honesto que puedo y si tengo un problema contigo, te lo voy a decir".
Sus padres, su gran pilar: "Cuando empecé a trabajar de manera profesional, mientras me sacaba el carné de conducir, necesitaba a alguien que me llevara a todos los sitios. Mi padre lo hizo y cuando comencé a ganar dinero, se lo di a mis padres para que no tuvieran que trabajar para otra gente. Yo sólo quería que tuvieran una vida cómoda. Les compré una casa y les di dinero para que pudieran vivir bien. Abrí una empresa y los puse allí para que ganaran un sueldo cada mes. Con el dinero que gano puedo cuidarlos porque ellos no tenían mucho dinero, pero siempre intentaron darme lo mejor que tenían. Es lo que pudo hacer por ellos".