Pep Martí forma parte de la historia del Sevilla por su considerable contribución al crecimiento de un club al que llegó en 2003, cuando aún era inimaginable lo que ocurriría poco después. El medio, peso pesado del vestuario que cambió el devenir de la trayectoria nervionense, se convirtió en pieza básica para Caparrós y luego lo fue para Juande Ramos, con el que ganó la primera Copa de la UEFA y también la segunda, luciendo el brazalete de capitán en la final. Martí marcó una época en Nervión para después erigirse en un emblema en el Mallorca, por el que fichó en enero de 2008, y donde, ayer, con 40 años, celebró su despedida con su titularidad contra el Girona en el que ha sido su estadio en las últimas siete temporadas. Pero su adiós al club bermellón no significa que cuelgue las botas, pues el incansable capitán, un profesional intachable, ya ha anunciado que su intención es seguir en activo y que le gustaría probar una nueva aventura y jugar en una liga extranjera. Porque a los 40 todavía se siente futbolista.