Durante la postemporada, los jugadores de la NFL son conocidos por no ser los ciudadanos más cívicos y que más respetan las reglas de toda la sociedad, de hecho, es habitual que cada año varios de ellos protagonicen altercados que acaben con alguno pasando varias noches en el calabozo, si es una infracción menor, e incluso en la cárcel, como ha sucedido en los últimos años varias veces. Dinero, fiestas, alcohol, mujeres, coches de lujo y un sinfín de lujos y vicios que utilizan para gastar su tiempo libre. El último caso de un jugador que ha acabado en primera plana informativa por lo que ha hecho fuera del campo es Rashee Rice, receptor de los Kansas City Chiefs y campeón de la Super Bowl hace dos meses.
Todo sucedió durante la tarde del sábado en Dallas, cuando un Lamborguini y un Corvette circulaban a toda velocidad por una carretera local, hasta que el Lamborguini perdió el control y acabó chocando contra otros coches y generando un accidente que afectó a multitud de vehículos y dejó varios heridos. Sin embargo los ocupantes de los dos deportivos huyeron rápidamente del lugar, dejando allí a los afectados sin atender. La policía ha encontrado que el vehículo causante de la colisión está a nombre del jugador de los Chiefs, y desde entonces está buscándolo, por ahora sin éxito. El golpe dejó dos heridos leves que tuvieron que ser atendidos en el hospital, según anuncia el medio TMZ. Al menos tuvo la suerte de no causar daños graves, como otra receptor, la estrella de Las Vegas Raiders Henry Ruggs, que hace dos años acabó con la vida de una mujer tras chocar con su deportivo contra su coche, lo que le llevó a prisión, donde se encuentra cumpliendo condena.
Está por ver que será ahora del jugador de 23 años, que ha sido una pieza muy importante para los campeones este año. Tras la pérdida de Tyreek Hill, los de Misuri se quedaron sin receptor estelar, y pese a que ese hueco lo ha ocupado a las mil maravillas Travis Kelce, necesitaban a alguien que abriera el campo para el Tight End, y por eso seleccionaron a Rice en la segunda ronda del último draft (55). El egresado de SMU respondió a las mil maravillas y estuvo a punto de llegar a las 1000 yardas (938) y en los playoffs fue un arma muy destacada, logrando 262 y un TD.