Madre de dos hijos, ama de casa, estudiante, gestora de un gimnasio y
campeona del mundo de Kick Boxing, esta es la carta de presentación de
Cristina Morales. La cordobesa, aunque afincada desde hace años en Sevilla, aprovechó la oportunidad que se le brindó a los 17 años de agarrarse de la mano de los deportes de contacto. Y la aprovechó, ya que desde el pasado mes luce en sus vitrinas el título que toda luchadora sueña con conseguir.
Hoy en día, se entrena a diario junto a su pareja y entrenador,
Jesús Cabello, en el gimnasio y equipo que lleva su mismo nombre. Su pasión
por el deporte de contacto y la psicología deportiva la ha llevado a dar conferencias en colegios y, desde hace un tiempo, se encarga de impartir clases de Kick Boxing a niños y mujeres.
Cristina es de una deportista diferente, una campeona meritoria. Sin tener tanto tiempo para entrenar como el resto de las luchadoras del circuito, su carrera dentro de los rings es envidiable, lo que hace de la de
Encinarejo de Córdoba un auténtico modelo a seguir para el deporte femenino, y los deportistas en general.
- Madre de dos hijos, ama de casa... ¿cómo es un día en la vida de Cristina Morales?- Nosotros nos levantamos sobre las siete o siete y media, vestimos a los niños, los preparamos y los llevamos a la guardería a uno y al colegio al otro. Luego nos venimos al gimnasio, yo llevo la parte de recepción, pagos y demás. En cuanto a los entrenamientos, hay días que entrenamos fuerza y ahora estamos empezando a entrenar fuerza explosiva, que está directamente relacionada con nuestro deporte. Esto lo hacemos lunes, miércoles y viernes pero el resto de días también nos entrenamos. Cuando acabamos de entrenarnos nos duchamos corriendo para recoger a los niños y ya echamos la tarde. Un día a la semana también trabajo por la tarde, dando clases a los niños y a las mujeres de boxeo femenino y los demás días me quedo con los niños para llevarlos al parque o a extraescolares, ¡el día a día de cualquier madre!
- ¿Qué le llevo a practicar este deporte?- Yo soy de Córdoba y allí en mi pueblo, Encinarejo de Córdoba, había varios competidores y entrenaban en Córdoba capital. Yo tenía 17 años y desplazarme hasta allí eran 45 minutos en autobús o poder irme con algún compañero en el coche lo cual era un poco difícil. También estaba estudiando bachillerato y era irme en el autobús a las 7 y volver a las 4 a casa para hacer las tareas, estudiar... Casualmente, empezaron a dar clases en el polideportivo de mi pueblo durante dos días a la semana y me apunté. Empezamos dos días a la semana y poquito a poquito fuimos aumentando y cuando ya estuvimos dentro del deporte de contacto ya decidimos esforzarnos en desplazarnos a Córdoba.
-Poquito a poquito pero ya eres campeona del mundo, ¿cómo fue ese momento?- Yo no me lo creía, nos salió la oportunidad. Antes de ir a la competición leí una página de psicología deportiva que decía: "que la suerte te pille trabajando" y así nos pasó. Nos avisaron para acudir a ese campeonato, tuvimos la oportuniad y la aprovechamos.
- Antes de viajar a Francia para combatir por el campeonato mundial, habías tenido un enfrentamiento en Marruecos contra una luchadora local que terminó con un resultado polémico por ser ella la luchadora marroquí...Sí, cuando vamos a otro país hay veces que el resultado, al ser subjetivo, nos perjudica. Esto no es como el fútbol que metes un gol y no hay interpretación, es algo subjetivo que depende de lo que crean unos jueces y, quieras o no, estando en otro país tira más la competidora local.
- En cambio en Francia le ganaste a la local...- Sí, fue KO en el tercer asalto, no dejamos la decisión a los jueces. Muchos de los combates que tenemos son internacionales, hemos estado en Francia seis veces, en Marruecos, en Portugal, en Italia, en Holanda...
- ¿Qué tiene ahora en el horizonte Cristina Morales en cuanto a competiciones?- Como siempre todo lo que vaya surgiendo e iremos a todos los combates que veamos que podamos afrontar. También estamos entrando ahora un poquito en el boxeo, hemos hecho ya dos combates frente a dos buenas rivales y han ido bastante bien, así que nos gustaría poder empezar a tocar más esa disciplina y poder formar parte de la selección.
- Siendo campeona del mundo está en el foco de toda aquella competidora que quiera su título, ¿supone eso una presión?- Como he estudiado psicología del deporte intento no tener mucha presión. Sí que es verdad que antes mi único objetivo era ganar, ganar y ganar, y ahora es disfrutarlo. Sé que no tengo el mismo tiempo para entrenarme que cualquier otra persona por mis motivos laborales, de mis estudios y mis hijos, pero sigo disfrutando. El poco tiempo que entreno intento hacerlo lo más intenso posible y darlo todo para después tener buenos resultados. Ahora me gustaría medirme con quien venga y sobre todo disfrutar, un cinturón se queda en una estantería colgado pero el recuerdo es lo que se queda para siempre.
- Su nombre se suma a una buena lista de campeones mundiales que entrenan aquí, ¿qué tiene este equipo de especial para los luchadores de Kick Boxing?- Mucha parte de este éxito es del entrenador. Está en continuo contacto con los organizadores, se prepara cada día nuestro entrenamiento, cómo afrontamos el combate, estudia a nuestro rival... Todo el trabajo importante lo lleva él, nosotros llegamos, nos entrenamos y nos vamos. Muchas veces no se aprecia el trabajo que hace cuando nos saca los vuelos o nos facilita los problemas que puedan haber con los visados. Si al final tiene tan buenos resultados el equipo en gran parte es gracias a él.
- Quizá en España los deportes de contacto aún no tienen los seguidores suficientes como para compararlos con otros deportes pero, ¿es así en otros países?- No, hay países en los que es el principal deporte. En Tailandia es su forma de vida, su cultura. Desde chiquititos les enseñan Muay Thai. En Holanda también es un deporte importante, el Gobierno lo subvenciona y los deportistas están más reconocidos, incluso los medios le dan más promoción que aquí. En España,si quieres que una velada se televise hay que abonarlo. En otros sitios, por ejemplo la última competición que tuvimos en Francia, se emitió en Canal+. Ahora parece que han salido algunas cadenas de deportes de contacto que están fomentando un poco esto, pero todavía no llega a ser un canal reconocido, se queda más en el plano de las redes sociales.
-En las últimas décadas hemos vivido la presencia de deportistas españoles en lo más altos de sus respectivos deportes, ¿le ha llegado ya ese momento a los deportes de contacto?- Sí, antes que un deportista español estuviese en el K1 de Japón, que es como la Champions League del Kick Boxing, era impensable. Ahora tenemos la suerte de que dos de nuestros deportistas han llegado ahí, y han repetido. Al final no es llegar, es mantenerse y seguir.
- Hemos visto que ha participado en charlas en algunos colegios, ¿cómo se le explica a los niños que una pelea no está reñida con el respeto?- Nosotros también tenemos clases de boxeo infantil y los niños son como las personas adultas. Cuando yo empecé le quería enseñar a todos mis amigos lo que había aprendido y, claro, una persona con 17 años se controla pero un niño tiene más dificultad para el control. Aquí, en nuestro gimnasio, tenemos una norma; si yo me entero de que te has peleado fuera del gimnasio no puedes seguir. Se lo imponemos un poquito y nos hacen caso. Nosotros usamos guantes, protecciones y tenemos normas, esto no es igual que pelearte en la calle que al final estás haciendo de todo menos deporte. Con los niños intentamos que se saluden, se abracen y sean golpes controlados y sin fuerza.
- ¿Qué le diría una campeona del mundo de Kick Boxing a las mujeres que quieren iniciarse en este tipo de deporte?- Como le doy clases a mujeres lo primero que les digo es que pierdan la vergüenza. Todos empezamos igual, tanto hombres como mujeres. No conocemos la disciplina, no sabemos de qué va y somos un poco patosos. Lo único que nos da un poco más de corte al principio pero yo siempre digo lo mismo: "pruébalo y al día siguiente ya me dices si quieres seguir o no, pero pruébalo". Y se suelen quedar.