"Ahora los demás me ven como Alba y para mí es un subidón. Es una alegría inmensa, una liberación", subraya en una entrevista a EFE.
Informática de profesión, Alba Palacios empezó a recorrer hace pocos años un proceso de hormonación por su identidad de género. Creció llamándose Álvaro -"y así también fui feliz", puntualiza-, pero una vez alcanzada la treintena persiguió su verdadera "libertad". "Quería vivir sin darle vueltas a la cabeza. Ahora sí me reconozco en el brillo que hay en mis ojos", confiesa sobre su cambio.
Reconoce, sin embargo, que tal vez hubiese emprendido este camino mucho antes o que, al menos, hubiese compartido las inquietudes que le desbordaban en noches de desvelo. "Hablé muy poco con mi madre y ese fue uno de los motivos por los que no salí antes. Tendría que haber hablado mucho más. Sé que podría haber hecho las cosas mejor, pero no me arrepiento porque estoy muy contenta ahora mismo", sostiene.
Razones no le faltan para reconocer su felicidad frente a un espejo. Acepta lo que ve y coincide con lo que siente.
"Antes me levantaba todos los días preguntándome por qué no podía ser una chica, por qué la gente no me veía como Alba, por qué no me podía vestir como yo quería o por qué no podía jugar al fútbol con las chicas", rememora.
Precisamente, Alba Palacios enumera el fútbol como uno de sus pilares, más allá del trabajo, de su pareja -"ella me dio alas para seguir", afirma- y de su familia. Siguen siendo esas las cuatro patas de su vida, una vez superado un doloroso momento de duelo. Estuvo cerca de un año sin hablar con su madre, pero han retomado una conexión que creían perdida.
"Ella perdió un hijo para ganar una hija", reflexiona.
Exponer su transición en el trabajo también fue complicado, aunque en ese entorno su proceso fue vivido con naturalidad. "Cuando las personas te van acompañando poco a poco, supongo que resulta menos chocante", apunta.
Le quedaba tan solo por reconquistar su espacio sobre el césped.
Ella es la primera futbolista transgénero federada en España y la primera en formar parte de un club profesional, el Madrid CFF.
"¡Yo no creía ni que pudiera jugar en un equipo femenino!", afirma emocionada. "Por eso le agradecí al presidente del Madrid CFF, Alfredo Ulloa, mi fichaje. Yo no creía que ningún equipo de la Primera Iberdrola me cogería, por mi condición. Sé que se habla mucho de las personas 'trans', pero estoy dispuesta a seguir derribando barreras", anuncia.
Alcanzar la máxima categoría del fútbol español es el próximo propósito de Alba Palacios. Antes de su incorporación a la disciplina del Madrid CFF, durante el pasado mercado invernal, se ejercitó con el primer equipo y empezó a tejer el sueño de convertirse "en la primera chica 'trans' que juega en la Primera Iberdrola".
"Quiero romper esa barrera. Y quiero hacerlo no tanto por mí sino por todas las chicas 'trans', para que se vea como algo normal", desliza.
De momento, su lugar está en el filial del equipo blanco, en la segunda categoría.
Ahí esperaba ganar ritmo, pero un doble esguince de tobillo que derivó en una tendinitis y el confinamiento por la pandemia de coronavirus están retrasando su puesta a punto.
"Este parón me puede venir bien para recuperarme, aunque no sabemos qué pasará con la competición. Si se reanuda, espero debutar con el Madrid CFF 'B' en Reto Iberdrola y ver realmente a qué nivel estoy, porque yo vengo de Preferente. En pretemporada ya espero estar con el primer equipo y llegar a Primera División solo si lo valgo como futbolista", ansía.
Alba Palacios sabe también que en los grandes escenarios del fútbol español puede conquistar el respeto hacia las chicas y los chicos 'trans'. Es otro de los grandes objetivos que la mueven.
"Tenemos que vernos como un chico o como una chica más. Por eso espero que de aquí a unos años, mi caso no sea noticia. Sueño con ese día en que nos veamos como iguales y con los mismos derechos", desea.
En este momento, sin embargo, asume que se expone a "comentarios tránsfobos".
"Una persona 'trans' es bienvenida cuando no destaca; cuando empieza a destacar es cuando aparecen los insultos y los comentarios. Yo alguno he recibido. Habrán sido dos o tres, de jugadoras de otros equipos que dicen que yo no debería estar jugando", lamenta.
En su caso, según confiesa, "nunca" le han pedido analíticas. "Pero yo siempre les he mostrado a mis entrenadores los resultados. Siempre he ido con la verdad por delante. Yo sé que con la testosterona que tenía cuando era chico, la potencia y la velocidad no tienen nada que ver con la de una chica. Ahora, en cambio, hay mujeres con más testosterona que yo. Yo solo quiero romper barreras y cumplir mi sueño", sentencia.