Rafa Nadal rozó la gesta en París, en su pista talismán, pero al menos ese esfuerzo le recompensó para despedirse con la cabeza muy alta, plantando cara a un tenista, Novak Djokovic, que ahora mismo está un escalón por encima de él. El mejor tenista español de todos los tiempos logró igualar un segundo set en el que perdía por 4-0, pero acabó cediendo ante el serbio, que no bajó el pistón cuando se vio presionado con la remontada rival. Adiós a París y a los Juegos Olímpicos... al menos en individuales.
Aunque el 6-1 con el que acabó el primer set era indicativo de la superioridad de Djokovic sobre el polvo de ladrillo, la realidad es que también era inmerecido para lo que Nadal había ofrecido en esa primera manga.
El español tuvo pocas opciones al resto ante un Djokovic que no fallaba, pero que también parecía en estado de gracia y todo le caía de su lado cuando era Nadal el que restaba. Desde el principio puso la directa y eso le hizo jugar muy tranquilo. Nadal luchaba, como siempre, pero no dominaba en los intercambios, se obligaba a arriesgar para desplazar a su rival y acababa fallando.
Cada vez que tenía que jugar con segundos, era un suplicio para el español, al que empezaba también a afectarle en lo mental y cometía errores con derechas fáciles. Todo parecía encaminado a su resolución en el inicio del segundo set. Y ahí, Djokovic fue más contundente si cabe y se llevó los tres primeros juegos, con dos 'breaks' incluidos.
El 4-0 llegó a placer, con un Nadal que ni corría las bolas que veía complicadas. Djokovic lo metía todo, pareció relajarse con saque de Nadal y eso fue letal. Con 4-1 y servicio del serbio, aparecía el Rafa de las grandes ocasiones para aguantar, empezar a devolver bolas y provocar las dudas de su rival.
Aún lo haría más tras hacerse de forma cómoda con su saque (4-3) por segunda vez en el encuentro. Se antojaba un juego decisivo y, ante el clamor del público, fue para el español. En un último punto antológico, el balear levantó un punto imposible para cerrar la igualada a cuatro.
La muestra de que había sido mérito de Nadal y no demérito de Djokovic quedó claro en el siguiente juego, en el que el serbio demostró que no se había ido del partido. Siguió apretando cuando Nadal sacaba con segundos, metiendo derechas increíbles y forzando de nuevo hasta tres puntos de 'break'. El español salvó los dos primeros, pero una dejada increíble acabó por cerrar el 5-4 a su favor.
Aún buscó de nuevo la gesta Nadal en el último juego, pero Djokovic ya no dio opciones y cerró el partido con un saque directo. Ponía el punto final al periplo de Nadal en París, del que podría haberse despedido para siempre... al menos en individuales.