Setién y el foco puesto en Adán

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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Setién y el foco puesto en Adán
- Joaquín Adorna (@JoaquinAdornaED)
Podía haber utilizado como excusa el estilo de juego que quiere imponer Setién y que le obliga a transformarse en un especialista con los pies; podría haberse escondido y no comparecer en rueda de prensa para pasar inadvertido en la semana en la que todos hablan de su error en Villarreal; podría haberse escudado en los fallos colectivos, haberle puesto algún pero al pase de su compañero; o podría haber hecho, y le honra, todo lo contario. "Es responsabilidad únicamente mía. No es la forma de jugar del míster ni un fallo de Jordi (Amat). Toda la responsabilidad es mía por un mal control". ¿Para qué autoengañarse o engañar al personal?

Casi media hora de rueda de prensa respondiendo a todo con naturalidad, transmitiendo conceptos, sensaciones y enviando mensajes coherentes. Sincero, valiente y honesto. Del momento difícil, saca la mejor de las conclusiones: trabajar para seguir mejorando el juego con los pies y los puntos débiles que han detectado los técnicos. El poco tiempo que lleva con Setién ya le ha servido, dice, para ser mejor portero. Adán cuenta desde su llegada con el respeto del vestuario, certificado con la capitanía y con las muchas veces que ha dado la cara en los malos momentos, sobre todo en todas esas crisis (o mini-crisis) por las que ha pasado el Betis en los últimos años. Reconociendo públicamente su error, con esa contundencia, también se gana el respeto de todos los que vivimos la historia desde fuera de la caseta.

Falló en el tanto encajado que supuso el declive en el juego del equipo, como acertó las tres veces que participó en la jugada que dio origen al 0-1, o dando el pase largo y certero con el que Tello pudo marcar el 1-2. El fallo del portero, por desgracia, se ve más que el del delantero. El foco ha estado en Adán y él ha sabido apagarlo. En el próximo mes de enero cumplirá cuatro años en el Betis, al que llegó procedente del Cagliari en enero del 2014. Casi cuatro años en los que ha conocido a siete entrenadores (Gabriel Humberto Calderón, Julio Velázquez, Juan Merino -en dos etapas-, Pepe Mel -a quien dará un abrazo el sábado-, Gustavo Poyet, Víctor Sánchez del Amo y ahora Setién). Con todos ha sentido la confianza que te da ser titular indiscutible y pilar fundamental para lograr el retorno a Primera división y la permanencia. Nadie duda de su liderazgo dentro y fuera del campo, ni de su compromiso queriendo permanecer en un club que necesita profesionales exigentes como él. Ya en su día, en la etapa de Velázquez y con Kike Burgos como entrenador de porteros, alzó la voz porque no trabajaba al nivel que él necesitaba.

Adán, formado en la cantera del Madrid, donde llegó a ganarse la confianza de Mourinho cuando éste la perdió en Iker Casillas, ha sido internacional en todas las categorías menos en la absoluta, llegó al Betis aceptando una ficha baja y la promesa de una mejora que tardó en llegar. En el 2015 amplió y mejoró su contrato hasta junio del 2019 y aunque la intención del Betis era igualar de nuevo su ficha a su magnífico rendimiento, el club antepuso la renovación de Petros a la suya, por ejemplo, y lo que antes era una prioridad ahora parece apartado.

Ni una queja pública más. Adán aparca el tema contractual y se centra en seguir creciendo. Quizás haya echado en falta la confianza, la cercanía, de los dirigentes. Pero no la reclama porque sintoniza con Serra Ferrer y Alexis y, sobre todo, con la propuesta futbolística de Quique Setién, a quien ha dado un respaldo crucial. A sus 30 años, Adán es el veterano que más tiempo lleva liderando ese vestuario. En su nuevo papel, portero-jugador, queda más expuesto al error porque va a tocar el balón muchísimas veces y sometido a una gran presión. No sería justo focalizar las críticas en él porque le salva su trayectoria, la lealtad y el profundo sentido autocrítico que tantas veces ha demostrado.