Donde antes se decía que en el término medio estaba la virtud, hoy se critica la equidistancia como una supuesta postura cobarde. En estos crispantes tiempos que corren en una sociedad radicalmente polarizada y que empuja al ciudadano a tomar partido sitúandose en un lado o en el contrario, podría ser de agradecer que el Sevilla FC se haya declarado fiel a una ideología de 'extremo centro', siempre que esto no fuera más que una metáfora sobre su repetitiva insistencia el colgar balones al área rival y, sobre todo, si esa tendencia resultase medianamente efectiva. Y no es el caso. Ni mucho menos.
El Sevilla FC es el equipo de LaLiga con mayor promedio de centros al área por partido. Ya lo era con Mendilibar y ha ampliado distancia en esa clasificación en estos improductivos dos meses con Diego Alonso. El partido ante el Villarreal CF fue el mejor ejemplo posible que, más que una baza ofensivo, es el único recurso que le queda a un equipo desesperado por su preocupante dinámica, castigado una vez más por la plaga de lesiones, con un irrespirable clima social y un deficiente rendimiento de la grandísima mayoría de su plantilla (salvo honrosas excepciones como Juanlu).
Ante los amarillos, el equipo blanquirrojo colgó ni más ni menos que 60 centros... Un gran dato que queda en papel arrugado con el siguiente: sólo sirvieron para sumar un remate entre los palos, que al menos fue el del golazo de Kike Salas que a la postre dio un punto (VAR mediante). Ya son nueve semanas sin ganar en LaLiga, con sólo tres triunfos en cuatro meses de temporada. Y no parece que con centros que no remata nadie puede cambiar. Los jugadores se esfuerzan, luchan, pelean... pero no les acompaña la suerte ni el acierto. Como rezaba la pancarta que lucía ayer en Gol Norte, el Sevilla FC está instalado "en la mediocridad".
El empate contra el Villarreal (1-1) mantiene sin victorias ligueras al Sevilla de Diego Alonso, que ha empatado cinco de sus seis encuentros: 1-1 con el Betis, 1-1 con el Celta, 2-2 con el Cádiz y 1-1 con el Real Madrid, aparte del citado 1-1 de este domingo. El otro, fue la derrota de la semana anterior en Anoeta ante la Real Sociedad. La dinámica, las sensaciones, y los precedentes con Mendilibar, Sampaoli o Lopetegui invitan a pensar en que, más allá de las constantes ratificaciones de la directiva, no se puede garantizar por mucho tiempo la continuidad de Diego Alonso (quien además suma otras tres derrotas en sus tres partidos de Champions).
Claro que, con ese hipotético despido que propiciaría el quinto cambio de entrenador en 13 meses, quedaría acreditado también que el problema va mucho más allá del nombre del entrenador y que este clima viciado sería capaz de llevarse por delante a Guardiola, Ancelotti o Mourinho. La celebración, puños cerrados y con rabioso grito contenido, del técnico uruguayo con el cabezazo de Kike Salas obliga a empatizar con lo mal que lo está pasando un Diego Alonso que se deja la piel sin estar ni siquiera cerca de aportar soluciones que cambien la racha de un Sevilla de extremo centro que toca fondo.
Se dice que 'La alegría dura poco en la casa del pobre' y, sólo dos minutos después del 1-0, Morales empató para el Villarreal. Tras el tanto, el Sevilla FC siguió haciendo lo único que puede: colgar centros. Y aún pudo ser peor si el VAR no hubiese anulado el tanto de Ben Brereton en el 95'. La base de la mínima esperanza en una reacción pasa por dar a Diego Alonso varios refuerzos de nivel en el mercado invernal. Sin embargo, a tenor de las palabras de Del Nido Carrasco previas a la Junta General Ordinaria de Accionistas de hoy, la entidad está pensando más en la obligación de vender e ingresar que en la necesidad de gastar.