La ‘era James Rodríguez’ ha llegado a su fin. En verano, la llegada del colombiano pilló por sorpresa a más de uno. Muy pocos se esperaban que uno de los mejores futbolistas de la última Copa América volviera a España, y menos, que jugara en el Rayo Vallecano. Fichaje estrella de su presidente, Raúl Martín Presa, lo cierto es que no lo ha sido para su entrenador, Íñigo Pérez. Ya en las primeras semanas, que no tuviera oportunidades extrañaba y esto no hizo más que aumentar la presión en un técnico que tiene muy claro lo que quiere de sus jugadores.
Como se suele decir, todo pasa por algo. No es algo que escape a nadie el talento, enorme, que tiene un James Rodríguez cuya carrera deportiva ha entrado en una especie de espiral desde que abandonó el Real Madrid. Brasil, Grecia… Su periplo ha sido más propio de Willy Fogg que de un futbolista profesional. Desde que abandonara el Santiago Bernabéu, sus estancias en los diferentes equipos en los que ha militado no se han alargado más allá de un curso, una cifra, sin duda, llamativa y que no termina hablar a favor de alguien quien brilló en el Mundial 2014 y que estaba llamado, en la capital, a ser uno de los mejores del globo.
Parece casi de récord Guinness la carrera del centrocampista en los últimos años. Desde el año 2020, James, cuando se confirme su rescisión de contrato con el Rayo, acumulará ya seis. Todo un registro, muy llamativo, y que no termina de hablar del todo bien de alguien cuyo rendimiento, especialmente a la hora de trabajar de forma defensiva, ha sido puesto en el foco de forma constante. De hecho, hay que tener en cuenta que en cuatro de sus finalizaciones prematuras de contrato, los que han tomado la decisión de que no siga han sido sus técnicos, algo que no deja de llamar la atención.
Que técnicos como Zidane, Rafa Benítez en el Everton o Zubeldía en Sao Paulo no cuenten con James es algo muy claro. Se puede aceptar una rescisión por que el entrenador no cuente contigo, pero cuatro de seis… es un dato demasiado duro para un James que no termina de levantar cabeza a nivel de clubes. Si bien es cierto que acabó antes de tiempo en Al Rayyan por recomendación del seleccionador de Colombia y en el Olympiacos, por diferencias por los dirigentes del club, la imagen que deja el colombiano allá por donde va no es nada buena.
Que haya jugado apenas 205 minutos hasta enero no es casualidad. Íñigo Pérez, quien debe mandar en el vestuario, ha visto claro que James no se encuentra al nivel que deben mantener todos y cada uno de sus jugadores. Además, que el futbolista dijera que quería salir en este mercado de invierno, declarándole la “guerra” al club que le ha estado pagando estos meses, no le ha ayudado a conseguir que su técnico le diera oportunidades.
A la vista de todo lo que ha pasado, parece que el entrenador le ha ganado la batalla a su presidente, Martín Presa, más preocupado por fichar ‘cromos’ que por mejorar las condiciones de las diferentes secciones del Rayo, como el Femenino, club histórico al que ha maltratado de forma vergonzosa, manteniendo, entre otras cosas, a un entrenador, Carlos Santiso, quien protagonizó unos bochornosos audios. Un comportamiento lamentable que tendría que haber sido motivo suficiente para una destitución inmediata. Sin embargo, se mantiene al frente del banquillo de un equipo que se sigue hundiendo, muy lejos de lo que fue.