Mucho se ha hablado de la última etapa de José María del Nido Benavente al frente del Sevilla y de los jugadores que llegaron a un equipo que, durante dos años, acabó fuera de Europa y casi en la segunda mitad de la tabla pese a tener futbolistas como Jesús Navas o a Álvaro Negredo en su mejor momento.
Los técnicos que pasaron por esos equipos (Marcelino, Míchel y Unai Emery) se encontraron con plantillas cada vez más limitadas que, en el caso del técnico de Hondarribia le complicaron mucho, incluso, hacer cambios debido a poca profundidad de banquillo.
Siempre que se recuerdan los fichajes de aquellos dos años (Maduro, Kondogbia, Cicinho, Javi Hervás, Botía...) hay dos que, entre los aficionados, se señalan siempre como 'sospechosos' de haber pagado muy por encima de su valor. Uno es el ya retirado Baba Diawara, por el que el Sevilla pagó 3 millones de euros al Marítimo de Funchal en enero de 2022 y, el otro, el bosnio Miroslav Stevanovic, por el que el equipo de Nervión aportó 1,5 kilos a la Vojvodina en el mercado invernal del año siguiente.
Stevanovic era una de las jóvenes promesas de Bosnia, con 22 años iba convocado con la selección... se veía como una buena inversión de futuro con un joven prometedor. Pero en el Sevilla apenas jugó 170 minutos, distribuidos en diez partidos y no se pudo quitar la mochila de ser un jugador muy inferior a lo que un equipo como éste requería. Unai Emery no contó apenas con él. Le dio minutos al principio y, tras no convencerse, sólo volvió a tirar de él en los últimos partidos, cuando tenía poco más en el banquillo para refrescar el equipo en ataque. Y nunca jugó más de media hora.
Sus cesiones al Elche y al Alavés, éste en Segunda división, no mejoraron la imagen que tenían de él. En el primero, un recién ascendido, jugó tres partidos y, en el segundo, trece (772 minutos). Finalmente, rescindió año y medio después de haber fichado por el Sevilla y estuvo varios meses sin equipo hasta que el ETO FC Győr húngaro lo fichó. Sus siguientes etapas fueron la Liga griega y un regreso a Bosnia (Zeljeznicar) que parecía definitivo. Pero en casa resurgió y el Servette suizo apostó por él en 2017.
La 23-24 es su séptima temporada en el conjunto suizo, con el que está jugando la Fase de Grupos de la Europa League. En Suiza está viviendo los mejores años de su carrera. En su primer año ya fue elegido MVP del equipo y, con 33 años, este verano tenía el mismo valor de mercado que alcanzó cuando el Sevilla se hizo con él hace más de una década. Desde 2021 ha vuelto a ser un habitual de la selección de Bosnia, a la que no iba desde aquella época. Ya no es la promesa que supuestamente era, pero no tan mal jugador como se pensó tras su paso por España. Fue una mala elección del Sevilla, pero también para él.