El comienzo de la Selección Española en la Eurocopa 2024 de Alemania ha sido una fiesta por todo lo alto. Ha tenido un gran ingreso económico gracias a tres victorias consecutivas que también han supuesto un importante récord que nunca se había batido en clave española. También, ha habido elementos que invitan al optimismo de cara al resto de la competición.
Por ejemplo el tema del cambio de estilo. Una selección que ha abandonado el aburrido ‘tiki taka’ y se ha abonado al rock and roll. Una fiesta del futbol ofensivo y vertical en la que, a través del balón (eso sigue siendo innegociable), siempre se prefiere ir hacia adelante buscándole las cosquillas al rival. En esto, son fundamentales los ‘dos diablos’ del conjunto español: Lamine Yamal y Nico Williams.
Son un auténtico terremoto. Ya no se resume todo a lo buenos que son, a lo bien que funcionan como extremos abiertos para desbordar en estático y también para salir al contragolpe, sino que también han dado un paso adelante en cuanto a la intimidación mental a los rivales. Son un martillo pilón con quienes sueñan los laterales de las otras Selecciones antes de medirse a los de Luis de la Fuente.
El primero es la baja cantidad de goles anotados. Es cierto que en el debut ante Croacia, la goleada fue notable con ese 3-0. Pero en los otros dos partidos no se pasó de la ventaja mínima. Esto, si generase cinco ocasiones no preocuparía demasiado, pero si son 148 ataques con 48 disparos hasta ahora para tan sólo conseguir cinco tantos… Hay que exigir más.
El otro elemento que trae de cabeza al seleccionador riojano es el cuadro de lesiones. Primero fue Aymeric Laporte que no podía jugar en el debut por problemas musculares. En ese partido, Nacho fue el perjudicado después de poder demostrar que es un central de altísimo nivel. Por último, tras debutar en la Eurocopa tirando la puerta abajo ante Italia, Ayoze Pérez sufría una elongación muscular que lo va a dejar en el dique seco, al menos, hasta octavos.
La realidad es que es normal. Son muchos partidos concentrados en un período demasiado corto. Esto se puede ver agravado si se siguen produciendo bajas. En una fase de grupos hay oportunidades de sobra, pero en la fase eliminatoria, donde un mal día te manda para casa, no tener a alguno de los puntales del equipo podría ser fatal.