La confesión del 'Chimy', que tilda a Pellegrini y aclara su futuro

Sincero, humilde, apasionado... El delantero rosarino lo pasó mal en su regreso a Pamplona e, incluso, tuvo que pedir perdón por celebrar un gol entre insultos, pero hace borrón y cuenta nueva: "Ojalá sea el despegue de un lindo viaje"

La confesión del 'Chimy', que tilda a Pellegrini y aclara su futuro
El delantero bético, conteniéndose ante su ex afición. - RBB
Óscar MurilloÓscar Murillo 8 min lectura

"La tiré alta porque Sergio Herrera se tira siempre con los pies por delante y, si va por abajo, me la saca. Dije 'que sea lo que la Macarena quiera' y me salió pegarle fuerte arriba, el instinto de un delantero de estar siempre en esa jugada para poder celebrarlo con los béticos que allí estaban". También con Adrián San Miguel, con el que se fundió en un abrazo junto al banquillo visitante de El Sadar: "Nos hemos mucho muy amigos. Nos divide una casa; somos vecinos. Él me dio ánimos y me abrazó en todo momento, porque sabía que el recibimiento no era el esperado. Le dije que, si marcaba, se lo iba a dedicar. Su experiencia y la de otros compañeros que estaban cerca me ayudó; salí a jugar y, como siempre digo, cada partido lo disputo en una pecera. Lo de afuera no me afecta, aunque en este acaso, al estar mi madre, mi mujer y mis hijas en la grada, me llegó algo más", explicaba este martes Luis Ezequiel Ávila en el programa de RTV Betis 'Todo al Verde'.

"Salí a jugar un partido más, con las herramientas y la confianza que me da el míster. Es verdad que el sábado se me cruzaban miles de sensaciones en la cabeza. De repente, estoy escuchando los insultos de la afición del CA Osasuna, que en mi mente ya es un caso cerrado y lo dejo atrás. Y la del Real Betis me generó ese plus cuando parecía que iba en un coche eléctrico y no llegaba". Lo describe muy gráficamente el 'Comandante', sincero y humilde, ocultando con una media sonrisa lo que parece un atisbo de timidez que no puede solapar el mal rato que pasó al ver a su ex afición desearle la muerte, lo peor que se le puede desear a un ser humano. El 'Chimy' hizo de tripas corazón e, incluso, llegó a pedir perdón por festejar con rabia el 1-2 y dedicarlo a los que sí le levantaban cantando 'es de los nuestros'. Cal y arena para el atacante rosarino.

"Si ganamos, lo hacemos todos juntos; si la embarramos, la embarramos todos juntos. Se pudo dar una victoria que estábamos necesitando. Ojalá desde ahora sea todo para arriba y aprendamos de las dos derrotas. Que sea el despegue de un lindo viaje. Cuanto más lejos llega el avión, mejor es. Hay que tratar de sumar día a día. Somos los primeros dolidos por haberlo hecho mal, porque dejarlo todo en el campo es responsabilidad nuestra, que somos los que estamos dentro. El míster nos da las herramientas y la afición, el apoyo. Un fallo nuestro es una desilusión para miles de béticos. Esta vez captamos lo que nos pedían Manuel y la gente", sentencia el '9', preparado para la Conference League: "El año pasado hice el gol en el campo de Osasuna antes de que nos eliminara el Brujas. Ni Copenhague, ni LaLiga ni la Copa... Nada es fácil. Todos saben lo que es el Betis y, como cuando yo era el rival, todos te quieren ganar y te lo ponen difícil".

La cuestión, según Ávila, es que lo que ocurra, bueno o malo, está en sus manos: "Nada está hecho. El techo lo ponemos nosotros. Es el momento de empezar a fabricar las paredes de la casa que estamos construyendo. Sólo depende de nosotros. Seremos 12 contra 11, porque a nadie se le hace fácil jugar con 40.000-50.000 personas en contra. A cualquiera que venga a jugar aquí le va a costar". Y, para volver a decantar la balanza, un nuevo amuleto. Y es que el argentino desvelaba que jugó con unas espinilleras muy especiales: dos gomaespumas de la bota ortopédica de Isco que le dio Pepe, el fisio. "Estaban en la zurda de Isco, macho. El utillero me riñó. Pero marqué con la zurda. Ésa ya no me la quitan", aventuró. Ahora, le toca a Pellegrini decidir si juega este jueves contra el Copenhague o lo reserva para el domingo frente al Atlético de Madrid. Si mantiene el 1-4-4-2, tendrá más oportunidades.

"Parece algo muy loco, pero la última vez que jugué con dos delanteros fue en Huesca, en Segunda con Rubi, junto al 'Cucho' Hernández, y en Primera, junto a Enric Gallego. Me sorprendió, pero me sentí a gusto. Sentí que era mi partido. Cuando vimos el once, sonreímos y para adelante. Ya que estábamos en el baile, había que bailar. El míster es muy inteligente. Cuando se lesiona Vitor Roque, mete a Fornals por dentro y me mete a mí por derecha, porque sabía que yo a los centrales en velocidad les podía ganar. El 'Ingeniero' siempre saca un as bajo la manga", asevera el 'Chimy', que hace autocrítica: "He vendido chatarra, he sido albañil y pintor... Cuando las cosas no van bien, me lo tomo muy a lo personal. Me ha costado tanto llegar donde estoy que, cuando veo que no salen las cosas, me frustro mucho. Hasta lloro en casa. Cuando te cambian, a veces es sólo por buscar frescura u otras opciones, pero en mi cabeza es que no he hecho algo bien".

Tan bien se siente en Sevilla que, pese a que tiene muchas ofertas para salir, va a ser difícil convencerle: "Me atrajo todo... El solecito, que no le veía hace mucho. Venir al Benito Villamarín y sentir ese murmullo, que me recuerda mucho a Suramérica, la Liga Argentina, la Copa Libertadores... Me siento muy contento acá; en ningún momento he pensado 'hasta aquí llegué'. Mientras me den la oportunidad, creo que no tengo techo y voy a defender los colores del Betis. Se nota que es un club grande, que te exige para bien. Para mí era todo nuevo, porque siempre estuve en equipos que aspiraban a mantenerse, a ascender, al puesto 10º... Aquí se compite a lo grande, que es un desafío muy bonito. Si es un sueño, que no me despierten. Si es verdad, a trabajar duro para cuando el míster me necesite. Se me pone la piel de gallina. A poquito, trataremos de conseguir los objetivos".