Si en la 19/20 los
elogios superaron con creces a las
críticas (siete goles, una decena de penaltis provocados y un buen puñado de asistencias), aunque siempre se le ha achacado que sea determinante sólo con cuentagotas. Algún querido compañero lo tildó de
lujo innecesario para el Betis este domingo, cuando se convirtió en '
Trending Topic' nacional en Twitter, donde ganaron por goleada los
reproches a su discreto partido en
Valladolid. Cuatro dianas y otras seis facilitadas jalonan su trayectoria esta campaña, que arrancó en alto, sufrió un
bajón importante con el penalti errado contra el
Sevilla en el primera derbi y volvió a subir con su
golazo al Levante, con una nueva mueca de disgusto debido a su evitable expulsión contra el
Athletic.
Un verdadero
tobogán que, en otros tiempos, sería perfectamente
asumible por un club en
crecimiento, aunque no en la tesitura actual. Se quejan muchos lectores, ciegos de beticismo (en todo su derecho), de que en estas páginas sólo se señala la necesidad,
urgencia en realidad, de la entidad de La Palmera de
vender para sanearse. Y es cierto que la crisis económica heredada de la
pandemia ha golpeado con dureza a casi todos, incluidos los grandes, pero en Heliópolis no tienen siquiera el sustento de los ingresos televisivos desmesurados o los premios por jugar en Europa de otros. No es ningún secreto que el
Betis debe hacer una gran venta o desprenderse de sueldos muy altos de aquí a septiembre para, primero, ajustar su desfase en el
tope salarial de LaLiga y, después, si sobra,
rearmarse.
Y
Nabil Fekir, objeto de esta información, es el que más cobra, de largo, de la plantilla, sin que su rendimiento lo justifique del todo por ahora. Con
3,6 millones de euros netos por temporada en su bolsillo, cifra que se eleva hasta los cuatro kilos con los emolumentos de su hermano
Yassin, únicamente afrontables en caso de que el Betis se meta en
Europa League y vuelva definitivamente el público a los estadios en la
21/22, con un adelanto en la recta final de este ejercicio si fuera posible. Porque es cierto que a todos les ha azotado la crisis, pero la
dependencia del ticketing, los abonos y los ingresos extraordinarios (léase traspasos) no es idéntica.
De haberse controlado el brote de
Covid-19 y estar viviendo todavía en la antigua normalidad,
Mandi estaría ya atado y bien atado, como
Víctor Ruiz; se habría pujado con cierta fuerza por
Emerson y Miranda, tratando de convencer al
Barça de que están mejor aquí; y probablemente Loren, Tello y algún otro habrían sido vendidos el verano pasado. Lógicamente, la mala campaña a las órdenes de Rubi no ayudó, porque la plantilla estaba
devaluada y las
ofertas, que las hubo, se consideraron
insuficientes. Pero el temporal se habría capeado de otra forma, sin duda. Ahora, habrá que malvender, si es factible, a
William Carvalho, otro que se lleva un dineral (2,5 millones) y apenas juega, amén de desprenderse de algún futbolista más, pues las temidas
amortizaciones también acechan.
Y uno de ellos puede ser Fekir. No porque nadie vaya a enjugar los casi
20 kilos (y otros 10 en variables) que el Betis prometió al Lyon por él, aunque en el ahorro está la clave. Cada vez está más claro que, pese a encontrarse a gusto en Sevilla, donde se ha
comprado una casa y tiene inversiones en
negocios varios (como la cría de
caballos de raza), el futuro del '8' verdiblanco pasa por una salida. No presionará el atacante, a quien sólo le interesa ese movimiento si hay una improbable
plusvalía (se lleva el 10%, la mitad que su ex equipo), ni tampoco lo causará el enfado por el recorte salarial que todos, de mejor o peor grado, han entendido como necesario por las circunstancias. Lo propiciará, por necesidad, el propio club de La Palmera.
La
maquinaria ya se ha puesto en marcha. Y ha empezado a carburar en
Francia, donde publicaciones de todo tipo, algunas con el prestigio de beIN Sports, hablan de la segura salida de Nabil en verano, tras una "excelente temporada" con el Betis. En su reciente entrevista con 'AS', el internacional galo recalca que "de momento, está feliz" aquí, pero también sus ganas de volver a disfrutar de competiciones continentales, incidiendo en ese episodio en el que su ex agente frustró, según él, su marcha al Liverpool. En el país vecino continúan sin dar
crédito a que eligiera el Benito Villamarín, por lo que ahora vuelven a ponerle en radar de grandes clubes de la
Premier, la
Bundesliga, la
Ligue 1 y
LaLiga.
Será complicado. Lo del Barça se cae por su propio peso, habida cuenta de que, a día de hoy, los culés no tienen
capacidad económica de afrontar una operación de ese calibre, conformándose con movimientos a coste cero (
Eric García, Wijnaldum, acaso Depay). Tampoco se antoja factible que el
Rennes, salvo ofertón por
Camavinga, pueda optar a su repatriación. Y no ha demostrado tanto como para que un equipo de campanillas apueste por reclutarle. Quizás en
Inglaterra, donde el más modesto tiene un buen colchón por el dinero de la TV, o en algún destino exótico, tipo
Rusia o los
países árabes, sean capaces de tentarle. El futuro dirá, aunque cada vez ese adiós de Fekir conviene a más partes.