Machín parece conocer todas las respuestas o, al menos, siempre ofrece soluciones certeras a los continuos problemas que acechan a su proyecto, ya sea con cierto tiempo para reaccionar o sobre la marcha. Su
Sevilla ya se acciona con automatismos y, aunque en rara ocasión no le falta una pieza a priori imprescindible, suele funcionar con los ajustes que realiza su técnico.
En la tarde de ayer no contaba con
Jesús Navas, principal motor de la teoría del soriano de atacar mucho para que de la cantidad salga la calidad, por lo que las percusiones por banda se repartieron. Mientras
Aleix entraba en el partido,
Sarabia asumía su función hasta el punto de asistir en el gol del triunfo, y
Escudero se proyectaba con profundidad por la izquierda.
Así, obligaban al
Valladolid a abrirse con los consecuentes espacios por el centro que trataba de aprovechar un
Banega más adelantado ante la entrada de
Roque Mesa, que ejerció de pivote, por el
'Mudo'. Este cambio forma parte de otra de las soluciones de
Machín, forzado a dosificar a sus hombres de peso por las bajas y el apretado calendario, y también funcionó, porque el canario cumplió y, cuando hizo falta, ya con el 1-0 y el estirón pucelano, reforzó el centro del campo con
Amadou.
Machín ha demostrado que se amolda a las circunstancias y que, por encima de las individualidades, ha construido un grupo cohesionado que cuando ayer presionó lo hizo con tanto compromiso y coordinación que recuperó muy arriba y gozó de ocasiones para resolver antes. Pero como no lo logró, apareció
Vaclik para conservar el merecido premio.