No planteó Caparrós un partido muy diferente al que hace unas semanas le dio el triunfo en Valladolid. Bloque medio y repliegue intensivo cuando el rival superaba la primera presión y ataques directos con balones verticales hacia los delanteros o buscando velocidad por banda. Caparrós buscó que no pasara nada durante la mayor parte del tiempo para intentar cazar su oportunidad. Le pudo haber salido bien si Munir o Ben Yedder hubieran marcado en la única ocasión que tuvo el Sevilla en todo el partido.
Pero con tan pocos argumentos lo normal era sacar como mucho un punto. El Girona hizo que no fuera así. Buscó al Sevilla con una salida intensa y le supo encontrar las cosquillas en un contragolpe que dio todo el premio al equipo de Eusebio.
El Sevilla salió con el plan de los últimos partidos en cuanto a nombres, con Mudo por detrás de Ben Yedder y Munir en la banda zurda. Sin embargo, las intenciones fueron muy diferentes, ya que la idea era que fuera el paso de los minutos y no las ideas propias lo que acabara desgastando al Girona.
El caso es que el gol de Portu no cambió demasiado el panorama. Tampoco mejoró el Sevilla con las sustituciones. Promes se perdió cuando lo metieron por dentro y Bryan Gil no fue capaz de comprometer a Valery, quien siempre le adivinó las intenciones. La expulsión final de Banega reflejó la frustración de un Sevilla que malgastó una bala en Montilivi que puede ser decisiva para el desenlace en la pelea por la cuarta plaza del campeonato.