Muchos dudaron ayer al ver el nombre de
Roque Mesa en el once inicial del Sevilla. El centrocampista canario volvía a la titularidad para dar descanso a
Franco Vázquez tras estar concentrado con Argentina y un largo viaje de vuelta.
Y es que
Roque Mesa no era titular desde la derrota ante el
Getafe el pasado 16 de septiembre. Desde entonces el de Telde apenas había jugado
86 minutos en Liga repartidos en siete jornadas (Levante, Real Madrid, Eibar, Celta, Barcelona, Huesca y Real Sociedad) y habiéndose quedado en la
grada en el último encuentro antes del parón frente al
Espanyol.
Ayer,
Roque Mesa tenía ante sí una nueva oportunidad para demostrar a
Pablo Machín que puede contar con él, para hacer ver a la grada que está de vuelta y para redimirse consigo mismo. El canario jugó como pivote por detrás de
Éver Banega, dando más libertad al rosarino en funciones ofensivas y volvió a brillar.
Su trabajo en la resta fue encomiable, ocupando mucho campo, presionando y siempre atento en el robo. De hecho, esa fue su mejor faceta frente al
Real Valladolid. El ex del Swansea recuperó hasta ocho balones por apenas tres que perdió durante todo el encuentro.
Además, su trabajo fue de lo más pulcro pues solo cometió
dos faltas por una que recibió. Tan importante fue su labor ayer que Machín prefirió cambiar a
Banega, muy cargados de minutos también, para dar entrada al
'Mudo' y dejar sobre el césped al canario que demostró su versión.
Una redención en toda regla y que llega en el momento idóneo para el técnico sevillista, que no podrá contar con
Gonalons, lesionado para tres meses, y que afrontará ahora siete partidos en apenas 25 días antes de llegar a la vacaciones de Navidad.