No anda fino el Villarreal y su técnico viene moviendo el once en busca de soluciones. Javier Calleja tomó muy pronto el relevo de Escribá y decidió regresar al 1-4-4-2 clásico del 'Submarino' en los últimos años, aunque con un matiz crucial, ya que desde el primer día apostó por conformar un centro del campo en rombo, con un pivote fijo, que se ha tornado inamovible desde entonces.
Sobre esa base, el que fuese entrenador del filial amarillo ha construido un bloque que combina creatividad con profundidad, sacando así jugo al talento de un equipo que en fase ofensiva busca asociarse por dentro para conectar con la movilidad de sus dos puntas, mientras que las bandas son propiedad de unos laterales convertidos en extremos, creando de ese modo superioridad.
Una idea básica que hacen buena la calidad de jugadores como Trigueros, quien también aporta en la faceta defensiva, donde Calleja no ordena una presión adelantada, pero sí intensa tras pérdida, provocando robos en tres cuartos de campo que les permiten lanzarse rápido hacia el arco rival.
Con esas premisas, el Villarreal ha atravesado rachas que le parecían consolidar en la quinta plaza, aunque en estos momentos viene de perder dos encuentros seguidos y cuatro de los seis últimos. Una racha que arrancó con la eliminación de la Europa League y de la que el técnico amarillo busca salir con mayor consistencia en la medular, apostando para ello por Javi Fuego como pivote y el trabajo por delante de Trigueros y Rodri.