Guadalquivir 86 ha despertado en muchos deportistas el amor por una disciplina estrictamente ligada al sacrificio y a la perseverancia, así como a una madurez temprana en quienes la practican. Un ejemplo de ello lo constituye
Víctor Jiménez Ríos que, con la mayoría de edad recién adquirida, tiene a sus espaldas un amplio palmarés repleto de éxitos que lo conforman como una
promesa en el mundo del remo, en el que esta temporada dará el salto a la categoría sénior.
Desde que iniciase su andadura en este deporte hace ya siete años, Víctor reconoce que ha crecido en lo profesional y en lo personal gracias al sentido del compromiso que su club le ha inculcado en todo momento. “
Todo el mundo nos felicita por la madurez y el sentido de la responsabilidad que demostramos”, afirma. “Con los 18 años recién cumplidos que tengo, he tenido a veces que quedarme a cargo de mi equipo o ser responsable de un equipo más pequeño”, explica el joven remero, que resalta la sensatez alcanzada debido al trabajo en grupo y a su papel dentro del mismo. “Mi posición es la de marca, la que lleva el ritmo del barco; como la de un capitán, digamos. Voy situado el primero, en la popa, y soy el que tiene que llevar el ritmo y la responsabilidad de sentir la fuerza que queda en el barco. Aunque parezca increíble, cuando llevas mucho tiempo remando, eres capaz de sentir hasta cuando están cansados tus compañeros”, asegura Víctor, orgulloso de la función que desempeña en su equipo y que lleva a acabo con absoluta seriedad. Otro valor en alza en la práctica profesional de esta especialidad deportiva es
la constancia, requisito indispensable para progresar al ritmo adecuado.
Así lo deja patente este joven talento del remo, que en la presente pretemporada dedica a entrenar dos horas diarias, de lunes a domingo, para empezar la competición rindiendo al máximo nivel. En este curso tendrá que enfrentarse a una dificultad añadida debido a la lesión que sufrió en la espalda, detectada cuando disputaba una competición europea con la Federación Española, con la que fue convocado
con la sub 23. Sin embargo,
la lesión, que le mantuvo renqueante durante el pasado año,
no le impidió lograr el bronce con su club en el reciente Campeonato de España, algo que define como “casi milagroso”.
Aunque reconoce sentirse preparado para lo que venga, asume que aún tiene que mejorar su estado físico a causa del periodo de descanso que tuvo que concederse en verano para poder recuperarse. Acepta que estas situaciones forman parte de la rutina de los remeros y admite que es “un deporte que duele” y “bastante duro”. A pesar de ello, la fidelidad de Víctor por esta disciplina es total y asegura que no está interesado en otros deportes, ya que
el remo cubre todas sus necesidades y expectativas al respecto. Prefiere dedicar su tiempo libre a actividades ajenas a lo deportivo, como tocar la guitarra o disfrutar de su familia y amigos, combinando todo esto con sus estudios en Bachillerato.
Además, este año dará un paso muy importante en su trayectoria como remero, ya que, aunque en la teoría todavía pertenece a la categoría juvenil de segunda, empezará a entrenar con el Club Guadalquivir 86 en la categoría sénior, en la que compiten sus principales referentes.
Este tenaz sevillano,que suma varios podios como cadete y juvenil,
aspira a alcanzar los éxitos de quienes admira y asegura que la cima soñada no para de crecer. “Esto es como una pirámide. Entras estando en la base; tienes que matarte a entrenar, organizarte tu tiempo, y acabas aprendiendo y madurando muchísimo. Cuando llegas a la punta, miras hacia abajo y te sorprendes de haber llegado hasta ahí, pero sigues mirando y
te das cuenta de que todavía hay una montaña mucho más alta”, dice. Si hay algo que está claro es que, por muy grande que sea la montaña, no bastará para empequeñecer a un escalador de su altura.