Víctor Orta ha elegido a Diego Alonso como entrenador del Sevilla FC, seguramente su apuesta más personal y arriesgada desde que se hiciera cargo de la dirección deportiva nervionense. Esto no sería noticia en cualquier otro club, habida cuenta de que la cabeza visible de la secretaría técnica es siempre el encargado de seleccionar quién ocupa el banquillo, aunque, y seguramente por eso Monchi forzó este verano su salida, en Nervión pesan también otros factores. José Castro y José María del Nido Carrasco deben atender, posiblemente muy a su pesar, a voces de fuera y de dentro, presiones de diferente grado, el peso de la opinión pública... Por esa razón, de manera paralela, se sondearon técnicos con más nombre y peso, como Gracia, Gallardo y Marcelino, que declinaron la oferta. Y, en ese escenario, el madrileño señaló al ex seleccionador uruguayo, al que le tiene mucha fe.
Ahora, Orta se enfrenta, felizmente si los resultados avalan la continuidad de Alonso, a otra encomienda mayor: transformar la plantilla en una más joven, revalorizable, mejor a la postre, para recuperar la filosofía que hizo grande a los blanquirrojos, aquello de vender (con plusvalía, claro) para crecer. Ya en su primera ventana de transferencias al mando se ha notado su sello. Heredó de su antecesor los acuerdos para comprar a Badé y reclutar a coste cero a Pedrosa, movimientos que habría hecho sin duda él también, gastándose luego la mayor parte del dinero en dos aparentes aciertos como Sow y Lukébakio. Soumaré era también una prioridad, pese a que Mendilibar no le ha dado bola (otro encargo para el nuevo míster), mientras que hizo encaje de bolillos sobre la bocina con Mariano y Ramos, los fichajes que menos le pegan, aunque interesantes por la escasa inversión y el valor añadido de la experiencia y las ganas de reivindicarse de los dos ex madridistas. Nyland, como se ha visto, es otra contratación de riesgo casi cero.
La propia realidad contractual le hará parte del trabajo el próximo verano, cuando terminan los cuatro más veteranos del vestuario: Ramos, Fernando, Navas y Rakitic. En su mente no está, a día de hoy, quedarse con ninguno, pero el liderazgo y la experiencia también desempeñan un papel importante en ciertos partidos, especialmente en Champions, por lo que esperará a ver qué decide el camero, mientras que podría tener una deferencia con el palaciego, cada vez más castigado por las lesiones. Con el croata, si aceptarse una rebaja considerable de sueldo, se podría estudiar, mientras que el brasileño ya asume su marcha con naturalidad. Los otros de 2024, Lamela, Mariano y Óliver Torres, lo tienen más crudo. Todo quedará condicionado a su rol en la parte final de esta campaña, pero, en estos momentos, toca decantarse por un proceso que facilitará igualmente la reposición de piezas por otras con menor bagaje.
Dando por hecho que los que tienen tres o más años de contrato por delante deben constituir la base del nuevo Sevilla, con alguna duda al respecto de Nianzou y Marcao por sus continuas lesiones, capítulo aparte merecen la media docena que cumple en 2025 y, de no negociar un nuevo escenario, están a las puertas de su último año desde el verano que viene. Lo ideal sería obtener réditos por Ocampos, Acuña y En-Nesyri, pero todos están felices y asentados en la capital hispalense, por lo que han ido rechazando propuestas interesantes en lo monetario para ellos y para el club. Con el marroquí, por ejemplo, pasa como con Rafa Mir: el objetivo es dar una vuelta de tuerca completa a la delantera, con 4-5 nombres apuntados en la agenda de Orta que necesitan respaldo en forma de ingresos extraordinarios. Los tres citados al principio serían los que más mercado tienen. Al carísimo Januzaj (2026) hay que sacarlo cuanto antes.