En cada ocasión que en el Sevilla Fútbol Club se produce un cambio de entrenador, algo más habitual de lo que a muchos sevillistas le gustaría en los últimos meses, siempre suena de fondo el mismo nombre: Joaquín Caparrós, aunque su última experiencia en el banquillo de Nervión acabó en junio de 2018 para dirigir al equipo en los últimos cuatro partidos de aquella temporada. Como no podía ser de otra, ha vuelto a estar en las quinielas de muchos aficionados tras la destitución de Mendilibar, aunque no encima de la mesa de los que deciden.
Tras acabar su etapa en la selección de Armenia, Joaquín Caparrós sigue esperando una llamada que le convenza, porque eso del fútbol árabe no parece terminar de hacerlo. "Hemos tenido opciones de ir a Arabia. De hecho están ahí, apretando, pero no fue muy buena la experiencia que tuve en Catar. Ahí rescindí el contrato unilateralmente. Todo el mundo se sorprendió. Ellos querían que siguiera, pero yo concebía el fútbol de otra forma. Y ahí estamos...", ha desvelado el técnico utrerano en una entrevista a Relevo.
Porque si algo deja claro Caparrós, es que ni mucho menos está jubilado. "Un entrenador sin equipo. A los entrenadores nos pasa como a los médicos, abogados o militares: no nos jubilamos, nos retiramos. Además, estoy en contra de la palabra jubilación. No me gusta. Es discutible, pero no me gusta. La palabra retirado quiere decir que puedes estar activo en cualquier momento. Hay una expresión que se llama Novolatría, que es culto a lo nuevo por el mero hecho de serlo. Lo nuevo es lo bueno. Y lo que vale es el cambio-cambio. Y eso pasa igual en el periodismo que en el fútbol o en la educación. Todo hay que cambiarlo y, claro, te van apartando porque se creen que lo otro es anticuado. Incluso hasta la terminología utilizada", explica.
Ahora, Caparrós aprovecha para seguir al día y preparado para una oportunidad: "Veo mucho fútbol y lo analizo. Y tengo reuniones con los amigos, algunas comidas... Me gusta muchísimo la tertulia. Soy muy de tertulia. Mucho, mucho. Antes de la comida, durante o en la sobremesa. Y no solamente hablar de fútbol, sino de todo lo que pasa en la sociedad".
Preguntado sobre qué clase de futbolista le hubiera gustado parecerse en su época, Caparrós dio una curiosa mezcla: "A un futbolista que tuviera la mezcla de ese desparpajo de Jesús Navas, ese ímpetu y ese liderazgo de Sergio Ramos, ese talento de Valerón, ese descaro de Muniain… Sería el futbolista perfecto".
También tuvo tiempo para recordar sus peores momentos en los banquillos, por eso mismo Caparrós siempre ha tirado de pasión y sentimiento a la hora de la verdad. "Yo soy muy emocional, muy sentimental, y cuando estoy en situaciones así... Uno parece que tiene un carácter más agrio y tal, pero soy una persona que siempre he creído más en el liderazgo emocional que en el liderazgo de mando y de aquí se hace lo que yo diga. Por eso te digo que el lenguaje no verbal, la empatía en todo ese tipo de situaciones, es fundamental. Donde yo he comprobado eso más ha sido en Armenia, en una situación de estado de guerra y pandemia. Había un conflicto duro y estábamos a 300 kilómetros del horror. He vivido situaciones muy duras. Como entrenador eso y lo que viví viví en Suiza fue… El otro día estuve leyendo a Marcelino y trasladaba un poco lo que yo había vivido en el Neuchatel en 2011. Y luego están las desgracias de Puerta, Reyes y alguna más… Eso es tremendo", recuerda emocionado Caparrós.
"Me emociono porque son dos desgracias muy grandes para el Sevilla. Eran dos chicos espectaculares, sevillanos, con ese don de empatía, de querer. Eran muy queridos en el vestuario con esa alegría, con su talento y esa impronta. Lo que yo le he visto hacer a Reyes nada más que se lo he visto hacer a Messi. Ese eslalon, llegar y finalizar de esa manera. Sólo Messi. Reyes era muy completo. Y Antonio era muy poderoso, un portento. Ambas muertes fueron un palo para todos, de los que aún duelen", asegura.