Cómo han cambiado las cosas en el Sevilla FC que hasta lo que antes era objeto de mofa ahora es motivo de jolgorio. Cuando en la tercera jornada de LaLiga, aún en el mes de agosto pero con el equipo con sólo un punto de nueve, Monchi salía al PowerHorse Stadium de Almería para intentar calmar los ánimos de la encendidísima afición desplazada y pedía cantar el himno como efecto disuasorio, no imaginaba que la temporada se iba a torcer muchísimo más, que iban a tener que pelear por no descender hasta bien entrado el mes de abril, que tres entrenadores distintos pasarían por el banquillo blanquirrojo, que aficionados que sienten el mismo escudo que él iban a parar su coche a golpes, iban a pedir su dimisión y esa frase de 'Vamos a cantar el himno' sería usada como arma arrojadiza para intentar ridiculizarle.
Llegó Mendilibar y todo hizo 'click'. Hoy, nueve meses después de aquella decepcionante tarde en Almería, el Sevilla FC vuelve a estar preñado de ilusión. Jugará su séptima final de la UEFA Europa League tras derrotar a la Juventus FC en una emocionantísima semifinal y luchará por acabar clasificándose para la Champions League. Por si fuera poco, encara cansado pero motivadísimo El Gran Derbi del domingo contra el Real Betis con la seguridad de que el Ramón Sánchez-Pizjuán volverá a reinar un ambientazo como el de anoche o el del día del Manchester United para llevar en volandas a un equipo que no sólo supo escapar del pozo de la clasificación, sino que está a sólo un punto de ocupar plazas continentales.
No sólo no baja, sino que encima tiene Plan A y Plan B para estar en Europa en la 23/24. Impensable a finales de marzo. Y ahora le vuelven a decir a Monchi eso de 'Vamos a cantar el himno', pero la intención es totalmente distinta. Antes era cachondeo y sorna; ahora, euforia y 'engorilamiento'. Por las redes sociales circulan varios vídeos en los que se ve una sorpresa que se llevó el director deportivo de parte de la peña 'Vengo a verte' con la que más vínculo tiene, al militar en ella su hijo Alejandro y los mejores amigos de éste.
Un grupo de aficionados esperó a Monchi en los aledaños del Sánchez-Pizjuán con una pancarta de grandes dimensiones en las que se leía 'Vamos a cantar el himno... en Budapest'. El estadio Ferenc Puskas de la capital húngara acogerá la final de la Europa League que enfrentará al Sevilla FC y a la AS Roma -el exequipo del de San Fernando- el próximo 31 de mayo, pero él no iba a esperar tanto para entonar la conocidísima letra. Y Monchi volvió a cantar el himno. Y su gente con él. La ocasión lo merecía. Era un día para que el director deportivo rasgase una vez más sus vestiduras y dejase ver que debajo del traje, camisa y corbata siempre hay un uniforme de apasionado hincha sevillista.
Monchi, que en las horas previas a la gran cita apeló a la fibra sensible, estaba desatado. Y eso que, al descanso del partido de vuelta de las semifinales ante la Juventus FC, cuando atendía a Mónica Marchante ante las cámaras de Movistar+Liga de Campeones, lo hacía con un enfado mayúsculo. La primera parte terminó con 0-0 pero el Sevilla FC reclamó dos acciones muy polémicas en el área de los turineses. Primero, con unas manos de Nicolò Fagioli y, sobre todo, con un plantillazo de Juan Cuadrado sobre Óliver Torres al filo del asueto. "Es una patada y es dentro del área. Salvo que hayan cambiado el reglamento, que no creo, es penalti", espetaba con gesto torcido que, como la temporada, el equipo acabó sabiendo enderezar.