La Real Sociedad necesita gol, Roberto Olabe trabaja en el fichaje de Borja Mayoral y los movimientos en la planificación apuntan a que Imanol Alguacil cuenta con Mikel Oyarzabal como '9'. Ya se marchó André Silva después de una nefasta cesión, se da por hecha la salida de Umar Sadiq -con el Getafe CF como destino probable- y los planes con Carlos Fernández no distan mucho de los dos anteriores. A priori, la idea del club es estudiar propuestas de cesión o incluso traspaso, dado que termina contrato en 2026 y la espiral de lesiones hace improbable poder recuperar los 10 millones de euros más dos en variables invertidos en enero de 2021. Sin embargo, el delantero sevillano se siente en estos momentos más donostiarra que nunca. Y no es para menos.
En primer lugar, porque se mantiene ajeno a los rumores de posible salida y sólo piensa en demostrarle a Imanol Alguacil que aún puede ser el delantero goleador que despuntó en la cantera del Sevilla FC y en sus cesiones al RC Deportivo de La Coruña y Granada CF. No obstante, el principal motivo para que Carlos Fernández sienta un especial arraigo por San Sebastián lo ha recibido este mismo domingo, 28 de julio y ha sido la mejor noticia de su vida. La capital guipuzcoana ha sido el lugar en el que ha llegado al mundo Marco, el primer hijo del matrimonio entre el ariete de 28 años y Blanca Escudero.
"¡Tenemos un nuevo 'txuri-urdin' en la familia! Marco Fernández. ¡Enhorabuena, Carlos y Blanca!", ha publicado la Real Sociedad en sus perfiles en redes sociales para felicitar a la joven pareja, que hace poco más de un año (16 de junio de 2023) se daban el 'Sí, quiero' en Sevilla, en un enlace al que asistieron numerosos jugadores del equipo blanquiazul, como Brais Méndez, Ahien Muñoz, Alex Remiro o excompañeros como Diego Rico o Andoni Gorosabel. El de Castilleja de Guzmán, aparentemente introvertido de cara a los focos, es un integrante muy querido en el vestuario, que le ha arropado muchísimo en los numerosos momentos malos que le ha tocado vivir en los dos últimos años. Ése es otro de los motivos por los que sigue siendo partidario de quedarse.
El pasado 20 de julio, en el primer amistoso de la pretemporada ante el Deportivo Alavés, Carlos Fernández jugó sus primeros minutos en más de siete meses. Su último partido fue el 7 de enero, en un duelo de la eliminatoria de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey ante el Málaga CF. Ese día, en La Rosaleda, jugó 45 minutos pero se dio cuenta de que el dolor no le permitía jugar con normalidad y decidió operarse del maltrecho menisco de su pierna derecha. La séptima lesión como jugador de la Real Sociedad y la tercera vez que pasaba por el quirófano, tras las dos roturas del ligamento cruzado (2016 y 2021).
En total, suma 636 días de baja (contando sólo calendario oficial) y se ha perdido un total de 99 encuentros por lesión en estas tres temporadas y media que lleva militando en el cuadro donostiarra, tiempo en el que sólo ha podido sumar 59 encuentros oficiales y cinco goles (tres de ellos en la 23/24). En sólo 29 citas con el Depor en la 18/19 celebró 10 tantos; 14 metió en 40 choques con el Granada CF; dos con el primer equipo del Sevilla FC en 19 duelos y 39 en 126 con el Sevilla Atlético. Tiene gol, lo ha tenido siempre y siente que sólo necesita que las lesiones le den un poco de tregua para demostrarlo. Tras jugar en el amistoso contra el Alavés, no viajó a Japón para el duelo ante el Gamba Osaka por motivos personales. Ese motivo se llama Marco Fernández Escudero y hace que, desde hoy y hasta el final de sus días, Carlos sea tan donostiarra como el que más.