Alberto Gálvez3 min lecturaEden Hazard ha entrado en la historia del Real Madrid. No como a él le hubiese gustado, pero tanto los directivos como los aficionados blancos le van a recordar siempre como uno de los fichajes peores amortizados del club. Y lo peor es que, encima parece no reconocerlo y está dispuesto a cumplir hasta su último día de contrato.
Según ha desvelado el diario Marca, el futbolista belga ha recibido dos propuestas muy interesantes y, sin embargo, se niega a estudiarlas porque quiere seguir siendo jugador madridista. Una de ellas ha sido de Ryad y la otra le ha llegado de la MLS. Esta última desde la franquicia de Montreal, que está interesada en hacerse con sus servicios. Es cierto que no es uno de los mejores clubes de la competición estadounidense, pero sería una alternativa para volver a sentirse la estrella de un equipo. Además, su presidente es el canadiense Joye Saputo, quien también rige en el Génova.
Por el momento, a Hazard le queda un año y algo más de un mes de relación contractual con el Real Madrid y todo apunta a que el belga no está dispuesto a dejar ni un euro en las arcas blancas. Y lo peor de todo es que sus últimas participaciones, como la que tuvo ante el Getafe, no hacen indicar ninguna mejoría futbolística del jugador.
Ya son casi cuatro años los que han pasado desde que Hazard llegase al Real Madrid en 2019 como una estrella mundial y con la obligación de convertirse en uno de los ídolos de una afición que todavía estaba algo huérfana por la marcha de Cristiano Ronaldo. Y, a día de hoy, su bagaje en la entidad madridista es de 76 partidos disputados, siete goles y nueve asistencias.
Su estado físico, las lesiones o su nulo rendimiento sobre el césped le han impedido brillar como lo hacía en la Premier League. Sin embargo, el internacional belga no está dispuesto a renunciar a su aventura en la capital española, donde ya ha afirmado que se encuentra muy a gusto.
Muchos en el club se llegaron a ilusionar el pasado mes de noviembre cuando manifestó que si le decía el club que se tenía que ir, se marcharía. Ahora parece haber olvidado estas palabras y se niega a renunciar a su última temporada. O más bien a los 30 millones de sueldo que cobra como jugador merengue, una cifra que ya es consciente de que nadie le ofrecerá ni por varios años de contrato.