Iván Díaz3 min lecturaCristales en la tripa, una astilla en la planta del pie o pillarte algún dedo de la mano al cerrar la puerta. Todo esto duele mucho menos de lo que podría doler un descenso del Málaga CF en el barrio de Martiricos. Más aún si cabe tras la reacción que ha dado el club en este último tramo de la temporada donde, a falta de siete partidos, se encuentra a tan solo siete puntos de la salvación. En Málaga hay un sueño y el conjunto que dirige Sergio Pellicer trabaja a destajo para cumplirlo.
La distancia de puntos es aparentemente considerable. En suma, en la pasada jornada, cinco de sus ocho predecesores más cercanos en la tabla lograron la victoria (Racing de Santander, Real Oviedo, Real Sporting, Real Zaragoza y Leganés), mientras que el Tenerife sumó un punto tras firmar tablas en el Anxo Carro. Tan solo el Mirandés y la Ponferradina, que también está en descenso, cayeron derrotados.
No obstante el aficionado malaguista tiene suficientes motivos para ilusionarse. Esto se debe a que el conjunto blanquiazul logró tres victorias en los últimos ocho partidos. Dos fueron ante rivales directos (Real Zaragoza y Leganés), mientras que los dos empates logrados en estos ocho partidos fueron ante rivales de la parte alta de la tabla (UD Levante y Las Palmas). Esto, extrapolado a las siete victorias que ha logrado en el total de las 35 jornadas disputadas hasta la fecha, hace que la permanencia no llegue a parecer una utopía.
Pero lo es. El Málaga tiene en su casillero un total de 33 puntos. Se trata de unas cifras muy bajas en las alturas de la temporada en la que se encuentra LaLiga Smartbank y que requieren de un Málaga prácticamente inmaculado para lograr la salvación. En este sentido, el conjunto blanquiazul necesitará alcanzar los 50 puntos. Para ello, tal y como apunta el Diario AS, tendrán que firmar la cifra de seis victorias en siete partidos. Sus próximos rivales son el Cartagena, el Huesca, el Mirandés y el Ibiza en La Rosaleda, mientras que fuera de casa tendrá que visitar al Lugo, a la Ponferradina y al Deportivo Alavés.
En definitiva, la suerte está echada. El Málaga tendrá que realizar una proeza para evitar la catástrofe de descender a Primera RFEF y, para ello, deberá acogerse a la magia de Febas, a los goles de Rubén Castro y, sobre todo, a la comunión de Pellicer y el vestuario con la afición. Quedan pocos cartuchos, pero la escopeta del Málaga tiene batalla que dar.