Bartolomé ‘Tintín’ Márquez, nacido en Barcelona en el año 1962, es una institución en el RCD Espanyol. Ex futbolista de la entidad en la década de los 80, formó parte de la plantilla dirigida por Javier Clemente que perdió la final de la Copa de la UEFA en 1988 contra el Bayer 04 Leverkusen en la tanda de penaltis. Tras retirarse de los terrenos de juego, siguió ligado al fútbol como entrenador y estuvo al frente de cadetes, juveniles y filial del RCD Espanyol hasta que ascendió al primer equipo, primero como segundo entrenador y más tarde como máximo responsable.
Posteriormente pasó por los banquillos de CD Castellón y KAS Eupen belga antes de lanzarse a la aventura asiática; en dicho continente, su primera experiencia no fue como míster, sino que le nombraron Director Deportivo de Irak. El salto a Catar se produjo a través del equipo Al-Wakrah Sport Club que dirigió hasta que en diciembre del año pasado fuera anunciado como seleccionador nacional en sustitución del portugués Carlos Queiroz, ex preparador del Real Madrid CF.
En estos únicamente dos meses en su nuevo puesto de trabajo ha logrado la proeza de clasificar a Catar para la final de una Copa Asia a la que no han llegado selecciones teóricamente más potentes como Japón, Corea del Sur, Arabia Saudí, Australia o la propia Irán a la que precisamente Catar venció ayer por 2-3 en las semifinales gracias a los goles de Jassem Abdulsallam, Akram Afif y Almoez Ali. El título lo disputará este próximo sábado frente a una sorprendente Jordania que se ‘cargó’ 2-0 a Corea del Sur.
En la rueda de prensa posterior al choque contra los iraníes, Márquez reconoció notar el cariño que se le brinda desde España a pesar de la distancia: “Muchas gracias a todo el fútbol español por el apoyo que estoy recibiendo: amigos, clubes, entrenadores”. No conforme con alcanzar la final de una Copa Asia que está organizando el propio país al que dirige, al igual que hiciera en 2022 con el Mundial, Márquez avisó del próximo reto: ganar la competición. “Nos queda un paso todavía”. Tras el batacazo que supuso para Catar perder los tres partidos de la última Copa del Mundo y convertirse así en el peor anfitrión de la historia del torneo, levantar la Copa Asia y pasar a ser la mejor selección continental del momento supondría resarcirse como nación.