Como era de esperar, la huelga convocada por los sindicatos FUTPRO, AFE, Futbolistas ON, CCOO y UGT el pasado jueves para las dos primeras jornadas de la Liga F, comenzando por la inaugural prevista este fin de semana, sigue en curso, hasta el punto de que los tres encuentros programados este sábado dieron continuidad al aplazamiento en la víspera del Sevilla FC-UDG Tenerife. De esta forma, Athletic Club-Granada CF, SD Eibar-Madrid CFF y Real Madrid-Real Betis Féminas no se han disputado, como seguramente ocurrirá con los tres dominicales (Levante Las Planas-Sporting Club Huelva, Villarreal CF-Atlético de Madrid Femenino y Barcelona CF-Valencia CF Femenino), puesto que el Real Sociedad-Levante UD quedó pospuesto al 4 de octubre por la Champions League.
La reivindicación sigue el curso previsto, tras no aceptar los representantes de las profesionales el sueldo mínimo exigido a la patronal (23.000 euros anuales), aunque las diferencias son sólo de 3.000. Una distancia salvable que, pese a todo, no ha impedido un extraño espectáculo con los clubes entre la espada y la pared, apoyando el derecho de sus futbolistas, pero lamentando que no se hable del deporte de una vez tras la brillante conquista del Mundial. La desconfianza gobierna la actuación de todos los equipos, que esperan a que las árbitras dictaminen el aplazamiento y, como en el caso bético, dan convocatorias y viajan para constatar que la incomparecencia es mutua y, por tanto, no conllevará sanción o pérdida de los puntos.
Pero esta huelga no es plato de gusto tampoco para las protagonistas. La primera en levantar la voz, de forma educada y sutil a través de sus redes sociales, ha sido la guardameta del Sevilla Elena Sullastres, que ha dejado claro que no está del todo de acuerdo con las formas y con la convocatoria en sí. "No me quiero olvidar de dónde venimos. Del producto que encontré y cómo entre todas (la mayoría ya no están) lo hemos ido cuidando y permitiendo que medrara a base de trabajo, a base de sacrificar tiempo, amigos, eventos y estudios. El día de hoy ha sido uno de los más tristes que recuerdo para nuestro deporte. Porque he visto ensuciado este producto del que me siento parte", escribía en su perfil de Instagram.
"Desde que debuté en 2008, he visto cambios a pasos de gigante. Atrás quedan los horarios de entrenamiento nocturnos, el compartir medio campo municipal con otros equipos, los viajes en autobús de 16 horas, por supuesto la falta de un gimnasio propio y de figuras como lavandería, fisioterapeutas, médicos, nutricionistas, psicólogos, readaptadores y entrenadores de porteros (y aun así se exigía rendir para hacer ruido) en clubes que pusieron todo lo que tenían y más para sacar esto adelante. Estamos dañando el producto. No son ni formas ni hay razones para ello. En nuestras manos está la autocrítica y la responsabilidad de mejorar tanto individualmente como colectivamente para atraer interés. Porque esto requiere de tiempo y de un proyecto real. Espero de corazón que recoja cuerda quien tenga que hacerlo y sigamos haciendo lo que nos gusta, que es competir", terminaba la gerundense.