Se están cargando el fútbol. Si ya el VAR empieza a ser una herramienta abierta a la manipulación, la supuesta democratización de un deporte gobernado históricamente de forma política y a golpe de talonario queda en entredicho. Por algo se plantean los que mandan comprar la tecnología del fuera de juego semiautomático. Cuentan que hay quien se ha llevado en los despachos las manos a la cabeza al comprobar cómo se trazaron las líneas en según qué jugadas, con curvas sospechosas en determinados tramos de la captura de imagen, con pies que crecen o desaparecen, referencias en hombros o en codos. Era complicado presuponer que, administrados por las mismas personas que antes decidían a simple vista, con sus filias y sus fobias, sus manías y sus cabezonerías, no se abriría paso la parcialidad. En la era de las redes sociales, con muchos usuarios en posesión de programas gráficos de diseño y arquitectura capaces de hacer el trabajo por su cuenta, normalmente las artimañas quedan al descubierto, pero si creían que los tramposos se ruborizarían... sujétenme el cubata.
El colectivo arbitral se ha vuelto intocable. Y su presidente, el sevillano Luis Medina Cantalejo, se está encargando de ello, bajo el manto de Luis Rubiales, presidente de la RFEF y potenciador, ahora, del Comité de Integridad, cuya ex presidenta Ana Muñoz dimitió hace tres años por discrepancias éticas con la elección de una dictadura islámica como Arabia Saudí como sede de la Supercopa de España, según 'Iusport'. Corren malos tiempos para un grupo de profesionales que cobra como tal y que, en su gran mayoría, seguro que están asqueados con lo que se supone que hizo en tiempos su vicepresidente, Enríquez Negreira, quien cobraba millones de euros del Barcelona por unos supuestos informes sobre ellos mismos y por el transporte al Camp Nou desde los hoteles de concentración con su hijo al volante. Y la mejor defensa siempre es un buen ataque, aunque no está bien esquivar a los poderosos y arrollar a los más débiles.
Gayà fue el primero en pagar el 'pato'. Y le ha seguido Canales. Los comités jurisdiccionales de la Española no se conforman ya con juzgar lo que ocurre durante los noventa y tantos minutos de un partido o, como mucho, mientras el colegiado está presente, sino que también se impone la 'Ley Mordaza' ante los medios de comunicación. Vaya por delante que me parece estupendo que, si un técnico o futbolista se va de la lengua en pleno calentón e insulta o amenaza a un árbitro, lo pague. Sería el caso del sevillista Fernando Reges, que pidió perdón en un gesto que le honra, pero que no le quitó ninguno de los cuatro partidos de castigo estipulados. Aunque debería tener la misma consideración que Vinícius, por mucho que sea deplorable que sufra insultos racistas en casi cada campo que visita (provoque o no, esos hechos merecen también una dura sanción), se acuerde de la madre de Hernández Hernández en Pamplona. Aunque éste no lo escuchara o lo quisiera escuchar, que ése es otro debate y no quiero insinuar nada denunciable.
O Ancelotti. Este fin de semana, ante la oportuna exclusión de Canales durante un mes (no justo después de decir o intentarlo, porque ni siquiera lo pronuncia bien, que la roja de Mateu en Cádiz fue premeditada, porque entonces estaba lesionado, sino ahora, en vísperas de visitar el Metropolitano, que hace más daño), muchos compañeros se mordieron la lengua. Hasta el 'Cholo' admite que es lo mejor, tal y como están las cosas. Y, luchando por méritos propios por la Champions, quizás no convenga que el Real Betis acuda a la justicia ordinaria para evitar que cumpla los otros tres partidos, ya que Apelación y el TAD se dieron patadas en el culo para fallar en cuestión de horas esta vez. Me cuenta un buen amigo, abogado con décadas de experiencia en lo penal, que "cualquier letrado de oficio, incluso uno que acabe de terminar la carrera y esté en posición de ejercer, ganaría ese caso". No sé qué de derechos fundamentales del individuo, dice.
Pero la cuestión no es ésa. Sinceramente, por personas en común que lo conocen mucho mejor que yo y que me merecen toda la credibilidad, confío plenamente en la honorabilidad de Medina Cantalejo. A Rubiales no lo conozco ni lo he tratado, por lo que, pese a que a veces lees y escuchas cosas que te hacen dudar, me decanto por el mismo lado hasta que se demuestre lo contrario. Tendrá sus gustos, pero, en lo que respecta por ejemplo a Canales, tampoco creo que tenga un especial interés en joderle, a él o al Betis, para que juegue la Champions la Real Sociedad o cualquier otro. Simplemente, creo que matan moscas a cañonazos y, a la larga, eso es más perjudicial que la transparencia, que pedir perdón cuando te equivocas (como el responsable del VAR en el Cádiz-Elche) o que asumir que nadie es perfecto. Ni los periodistas, ni los dirigentes, ni los entrenadores ni los árbitros. Porque acabaremos como el chiste del cubano a quien un locutor estadounidense pregunta '¿qué tal se vive en la isla?', a lo que el lugareño responde 'no nos podemos quejar'. El norteamericano se sorprende: 'Entonces, bien, ¿no?'. Pero el cubano precisa: 'no me ha entendido... que no podemos quejarnos, porque, si no...'.