Las dos caras del Chimy Ávila, un corazón desbocado en el Betis

Volcánico y pasional, para lo bueno y para lo malo, capaz de despertar odio en su visita a su casa de El Sadar y de ser recibido como un hijo pródigo en el primer hogar que tuvo en España. El Comandante nunca deja indiferente

Las dos caras del Chimy Ávila, un corazón desbocado en el Betis
El Chimy Ávila recibe un obsequio por parte del Huesca en su vuelta a El Alcoraz como jugador del Betis. - Cordon Press
Aitor TorviscoAitor Torvisco 5 min lectura

Hay jugadores a los que se les quiere o directamente son odiados, casi sin cabida para el término medio. En el Real Betis, puede decirse que ese rol lo ostenta el Chimy Ávila, un futbolista que no suele dejar indiferente a nadie por ese corazón desbocado que late a altísimas revoluciones llevándole a ser capaz de lo mejor y también de lo peor. Un carácter que le suele granjear tantos admiradores en los de su bando como detractores hay en el del rival. En el año escaso que lleva vestido de verdiblanco se han visto varios ejemplos de sus dos caras, pues ya ha vivido situaciones de todo tipo: expulsiones, goles, derroches de energía, lesiones, aplausos del Benito Villamarín y máxima hostilidad en algunos estadios. Especialmente llamativos fueron los pitos que recibió de El Sadar, la que fue su casa en sus cinco años como jugador de CA Osasuna. Si de Pamplona se fue "muy dolido" -aunque se vengó con el gol del triunfo bético-, el pasado sábado vivió emociones totalmente diferentes con motivo de su vuelta a Huesca, la que fue su primera casa en España.

La eliminatoria de dieciseisavos de final que enfrentó a la SD Huesca y al Real Betis fue especialmente significativa para el Chimy Ávila. El delantero argentino brilló en las filas de CA San Lorenzo de Almagro de su país antes de dar el salto al fútbol europeo de la mano del equipo altoaragonés, donde lo jugó todo durante dos temporadas: en la 17/18, contribuyendo con siete goles en 35 partidos al ascenso de Segunda a Primera división, en una 18/19 en la que aportó 10 tantos en 36 choques de la 18/19. Tras el descenso, firmó por CA Osasuna, donde permaneció entre 2008 y el pasado mes de enero de 2024 y fue recibido como un auténtico héroe. Como sucedió en El Sadar, toda su familia estaba en la grada de El Alcoraz porque no querían perderse la vuelta a lugares en los que fueron felices, pero el enfado de hace unos meses tornó en emoción agradecida.

El Huesca no sólo le dedicó el cartel del partido, que fue difundido en redes sociales. Además, se lo enmarcó y se lo entregó al 'Comandante' como regalo. Lo hizo de manos de Agustín Lasaosa, en un breve homenaje organizado en el centro del terreno de juego justo antes del pitido inicial. Ahí, el jugador del Betis ya se llevó la mano al corazón para agradecer la ovación cerrada de todo el estadio con gesto visiblemente emocionado. Pellegrini decidió que empezase el duelo como suplente, pero le dio entrada al descanso en lugar de Sergi Altimira y el feudo azulgrana volvió a ponerse a sus pies. Justo el recibimiento opuesto al de la afición rojilla en el último duelo liguero ante Osasuna, cuando no dudó en celebrar por todo lo alto su decisiva diana. Las dos caras del Chimy Ávila, volcánico y pasional para bien o para mal.

"Ver a mi familia en el campo para compartir este momento ha sido inolvidable", explicó al término del partido el argentino ante las cámaras de ElDesmarque. "Me llevo muchos recuerdos bonitos que se me van a quedar siempre en la retina. Me latía el corazón a mil por hora", explicaba el '9' verdiblanco, agradecido también al Betis y a la afición heliopolitana desplazada, que ayudó mucho a superar un partido que tildó de complicado y en el que elogió el nivel mostrado por el Huesca: "Estoy muy contento y feliz con la afición del Betis también porque me regalan mucho cariño. Todo ello hace mucho más fácil competir y rendir".