La historia de Julen Agirrezabala es la de un niño que no soñaba con ser futbolista, que disfrutaba dibujando animales y que se puso por primera vez en una portería por no seguir escuchando la insistencia de su primo durante unas vacaciones en Peñíscola. No llegó a Lezama hasta los 17 años -procedente del Antiguoko-, debutó con el primer equipo del Athletic Club a los 21 y con 23 ya tiene un título en su palmarés y está a punto de debutar en Europa. Desde su humilde opinión, cree que ha llegado a la elite por casualidad; pero no tiene razón en eso. Nadie llega tan alto por puro azar. Y menos él, que ha tenido que superar el duro handicap de los caprichos del destino, que se empeñaban en castigarle con lesiones cada vez que Unai Simón no puede jugar y se le abren las puertas de la titularidad. Héroe de la Copa del Rey que sacó a navegar la Gabarra tras cuatro décadas de espera, rechaza ese cartel y repasa esta nueva situación como indiscutible entre los palos. Es el 'nuevo Julen', pero ha demostrado en una sincera entrevista con Relevo que su ascenso de estatus no le ha cambiado y sigue siendo el mismo de siempre.
"Fue un momento duro porque se me abría la puerta de poder jugar los primeros partidos de LaLiga, pero ya estoy recuperado y con ganas de seguir afrontando este inicio de curso. Siempre lo primero que piensas es '¿Por qué a mí?'. Justo en el momento en el que tienes la oportunidad de jugar, llega una lesión. Hace dos años en pretemporada, Unai estaba un poco tocado del hombro y yo tenía también esa oportunidad y me rompí un dedo entrenando".
"Fue un golpe entrenando, bastante fuerte. No sabía qué alcance podía tener, pero cuando te dicen que tienes varias fracturas en las vértebras, te vienes abajo. Fue un momento bastante malo, pero a partir de ahí ya estuve pensando en recuperarme bien y en estar lo antes posible. No ha sido fácil gestionarlo porque es una lesión en los que hay momentos en los que estás peor, en otros con mejores sensaciones, pero ya estoy bien y pensando en ayudar".
Baja en la primera jornada y suplente en la segunda, Valverde le devolvió la titularidad en la tercera cita y ya le ha dejado claro que lo jugará todo en todas las competiciones hasta que vuelva Unai Simón -no se le espera hasta noviembre-. "Intento afrontarlo con naturalidad y, sobre todo, con mucha ilusión. En estos tres últimos años no he jugado mucho, aunque sí considero que he jugado partidos muy importantes y eso me ha ayudado a mejorar. Se me asignó la Copa del Rey y, después de que el club llevara tantos años sin ganarla, poder conseguir el título obviamente es algo increíble a nivel colectivo, pero también a nivel individual. Me ha dado muchísima confianza", explica, asegurando que siempre se ha sentido "muy bien valorado" en el Athletic y por eso ha renovado hasta 2027 a pesar de ser suplente (Simón tiene contrato hasta 2031) y de manejar muchas ofertas.
"No me siento un héroe, de verdad. Solo intenté dar mi mejor versión para que el equipo pudiera levantar el título. Individualmente es un chute enorme, porque al final como portero siempre piensas en eso. Yo creo que el sueño de todo portero es poder ganar una final, un título tan importante para el club, en la tanda de penaltis porque es verdad que ahí tomas como más protagonsimo. Nunca me habían tirado un penalti y no había mejor día para parar uno por primera vez. Fue una experiencia increíble y salió bien. Después, en la semana siguiente, todo lo que vimos con nuestra afición fue algo increíble".
El aplomo de Julen contrasta con el lógico sufrimiento de su madre, que no fue capaz de ver la final de La Cartuja ante el RCD Mallorca: "Se pone muy nerviosa durante los partidos. Dice que ahora está mejorando, algunos los ve, pero otros no es capaz ni de mirar. Pero bueno, al final entiendo que es normal. En la final de Copa estuvo allí en el campo y vio el partido entero menos la tanda de penaltis. Los penaltis los vio en el baño. Me dijo que no era la única, así que creo que estaba bien acompañada".