La primera vez nunca se olvida. Y si no, que se lo digan a Germán García. El portoserranense que decidió un día pelear contra los cánones deportivos establecidos en su municipio y, por qué no decirlo, en una gran cantidad de municipios de la comarca, y se abonó al piragüismo para convertirlo en su vida. A día de hoy ha logrado metas que posiblemente jamás imaginó y podrá contar a sus nietos que un día participó en los Juegos Olímpicos. Fue en París 2024, de la mano de Ghailene Khattali, piragüista tunecino al que dirigió en las olimpiadas celebradas. Allí, su compañero y amigo participó en la modalidad de C1 1.000, donde acabó 5º en la serie eliminatoria y también 5º en cuartos de final. Lejos de la medalla (25º clasificado), lo cierto es que la experiencia en sí ya es una proeza.
A día de hoy, dirigir el rumbo de las canoas de deportistas internacionales en el Club Náutico Sevilla es el modo de vida de Germán: "Para mí lo imprescindible es seguir entrenando a gente así, es que es por lo que yo vivo, es lo que me motiva, es lo que me hace feliz. Entrenar a gente así, que estamos aquí formando un equipito, un grupito muy, muy, muy coqueto. Y muy feliz de entrenar y ese es el objetivo que tengo a día de hoy".
En París, la experiencia para Germán en la villa olímpica resultó ser inolvidable: "Yo siempre he escuchado lo típico de los valores que tiene el olimpismo, los deportistas que son súper hombres, súper mujeres, son gente extraordinaria y allí te das cuenta que es verdad. Yo siempre cuento la anécdota de una mañana, que me levanté tan normal y me fui a desayunar, como cualquier día de los que he estado allí. Ese día era la final del 100 metros liso de mujeres y esa mañana me levanté y allí vi a todas las mujeres del 100 metros liso desayunando juntas y eran cada una de su país y yo estaba allí sentado y digo, estas tías de un lado, esas de otro, ¿por qué están desayunando juntas? Eso es el olimpismo".
Una de los recuerdos favoritos de su experiencia en París es el bienestar social entre los deportistas: "Están compitiendo, están peleando por sus cosas, porque cada país te ofrece unas condiciones y ganas y no ganas, pero ahí se olvida. Está claro que la rivalidad existe y va a existir, pero se aparta un poco, entonces como es el bienestar social que se vive ahí dentro de la villa, que se vive ahí en los Juegos y que no va más allá de, bueno, has ganado, he perdido, pero bueno, es la experiencia que te da el vivir un hecho así. Te abre tanto la mente, te abre tanto las buenas personas que llevamos dentro, todo el mundo, que cuando lo ves dices que pierdes y te vas a ir a abrazar al que gana y deberías de estar llorando porque has perdido unas olimpiadas"...
En 2028, los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. Y la ambición de Germán le invita a pensar en ellas. "Intento vivir mucho el presente, no pienso mucho en el futuro, aunque soy ambicioso y quiero llegar a Los Ángeles. Evidentemente que quiero ir a Los Ángeles, porque cuando vives una experiencia olímpica así, te sabe a poco, no quieres que pase, no quieres que llegue. Yo por ejemplo cuando supe que iba a ir a las Olimpiadas, era súper feliz porque iba a cumplir un sueño. Pero no quería que llegara, porque sabía que en el momento en que llegara iba a pasar. Entonces como ya ha pasado, ahora la ilusión que tengo es trabajar con ellos, que ellos disfruten, que sigan teniendo un nivel alto, que rindan de la mejor manera posible y que cuando pasen cuatro años, si Dios quiere, nos hayamos clasificado y hayamos ido a Los Ángeles".