La certificación matemática del pase al ‘
Last 32’ de la Eurocup pasaba ayer por dos requisitos:
el triunfo en Bélgica y el favor del CEZ Nymburk, también a domicilio, en casa del EWE Baskets Oldenburg. Ni uno, ni otro.
Los checos no cumplieron con los pronósticos (84-71), y el
Baloncesto Sevilla tampoco hizo los deberes frente a un Proximus Spirou Charleroi que ametralló a los hispalenses desde el lanzamiento exterior (82-72).
En un encuentro de altibajos, los de
Scott Roth saltaron algo desdibujados al parqué del animado Spiroudome, permitiendo que los locales pronto pusieran tierra de por medio con un 9-2 apenas llegado al ecuador del primer cuarto. Con
evidentes problemas en ataque, sólo
Berni, encontrando un agujero en la zona y con un triple posterior, permitía cierta reacción (13-9). Una tendencia que, con destellos de
Porzingis, Balvin o Byars, facilitó un acercamiento para colocar un más ajustado 21-17 al final del primer periodo.
El segundo acto comenzó a evidenciar las taras sevillanas.
Incapaces de puntear los triples del conjunto belga, el electrónico bailaba, manteniéndose un moderado equilibrio que no hacía prever el desastre venidero.
Un hasta el momento desaparecido
Álex Urtasun llegó para quedarse en este cuarto, estrenando sus guarismos (28-23) transcurridos 13 minutos. Aunque casi ninguno desentonaba de cara al aro, las carencias frenando el juego anfitrión seguían haciendo acto de presencia. Al
descanso, 38-36.
La
vuelta de vestuarios trajo consigo la debacle. Como en otras muchas ocasiones durante esta temporada, el
tercer cuarto fue sinónimo de falta de concentración e intensidad. Pérdidas para regalar, torpeza para detener el aluvión exterior... Una lección de cómo tirar el partido en diez minutos.
Dylan Page, con total libertad desde fuera, continuaba
masacrando a los sevillanos (se marchó con un 66% de acierto en triples tras anotar 6 de los 9 intentados). Junto a él,
Hatcher, Schwartz y la aportación de otros ‘secundarios’ como el ex de Unicaja o Herbalife
Zabian Dowdell, que reaparecía tras su lesión de rodilla, ampliaron la renta para convertir en misión imposible el asalto a la cancha belga. La bocina puso fin al
tercer periodo con un 65-56 que pudo tornarse mucho peor, de no ser por el ligero despertar de hombres como
Porzingis o por la eclosión de un
Urtasun que sigue empeñado en vestirse de líder en esta campaña.
Corregidos parcialmente los problemas, en el acto final los de
Roth consiguieron mantener la cara al partido. No obstante, ni la experiencia de
Berni, ni la insistencia de
Urtasun pudieron impedir una derrota (
82-72), para más inri, acompañada de la cesión del ‘average’ (margen de 5 puntos perdido).
El ‘Last 32’ tendrá que esperar y la Virtus Roma ya se avista en el horizonte.