El pasado junio el baloncesto sevillano y español lloró la muerte de
Carlos Montes, una leyenda que desde el momento en el que su coche se estrelló pasó a obtener el calificativo de mito. El ex jugador del entonces
Caja San Fernando perdía la vida en un accidente de tráfico, por lo que hoy los dos clubes más importantes en su carrera deportiva le brindarán un señor homenaje en
Dos Hermanas, donde Baloncesto Sevilla y
Estudiantes se enfrentarán en memoria del que fuese jugador de ambos.
Carlos
Montes pudo presumir de jugar 18 temporadas en la elite, con 605 partidos en la Liga
ACB, tras un imborrable camino que comenzó en el equipo estudiantil. De allí, el ex entrenador cajista
José Alberto Pesquera lo reclutó para que pusiese rumbo a
Sevilla. “Era un extraordinario defensor, un gran jugador de equipo, que peleaba al cien por cien, nunca al 90 por ciento”, reconoce el propio
Pesquera, aptitudes más que suficientes que le llevaron a ficharlo. Al
Caja llegó “sin ser una estrella y se convirtió en imprescindible, era un luchador que se ganó el cariño de la afición”, recuerda el que fuese su técnico durante 7 años, y que fue, además, “un amigo”, con quien tenía “mucho trato familiar”, y por lo que su muerte fue “horrible” para él, pues sentía un “gran aprecio” por
Carlos, tanto personal como por como era de jugador.
Para
Montes “solo hay palabras buenas”, asevera
Benito Doblado, camarada suyo en dos etapas diferentes, siendo su compañero de vestuario en
Sevilla y
Cáceres. Ambos rozaron la gloria con la yema de los dedos, consiguiendo un histórico subcampeonato de ACB en la temporada 95/96. Para Benito, Carlos
Montes fue “un ejemplo”, pues se trataba de un colega que “era genoroso y positivo, siempre pensando en el grupo”. La muerte de su ex compañero sentó a
Doblado como “un jarro de agua fría”, pues al principio pasó “muchos días mal”, ya que no terminaba de creérselo. Pero el lebrijano prefiere recordarlo como él era, una persona sonriente y bromista. Por ello, hace memoria de cómo
Montes llegaba siempre al vestuario, dando las “buenas tardes a todos menos a uno”, buscando la reacción de alguno que ‘cayese’ en su broma, cosa que siempre terminaba pasando.
Una vez salían al entrenamiento,
Montes era un guerrero, que “todos los días decía que no tenía ganas de entrenar, y cuando comenzaba era el que mejor lo hacía”. El que fuese escolta del
Caja San Fernando respiraba y se nutría de baloncesto, por lo que “una cancha, la profesión y sus compañeros son el escenario perfecto” para rendirle homenaje, afirma Benito
Doblado sobre el partido que se disputará hoy en su memoria, al cual no podrá acudir su viuda, pero sí estará la madre y la hermana del difunto ex jugador.
Junto a Benito y Carlos,
Raúl Pérez contribuyó a subir a hito la final de Liga ante el
Barcelona del año 1996, de la mano de Aleksandar
Petrovic. Aquel acontecimiento, hasta ese momento sin precedentes, en el Baloncesto Sevilla aún levanta, y levantará, las sonrisas de los aficionados, los cuales sirven para resumir en una palabra lo que era Carlos Montes, atestigua
Raúl, además de reconocer que era “muy dicharachero y comunicativo, siempre quería estar en todas las conversaciones”.
Ese término definitorio del que habla
Raúl Pérez viene a ser el común denominador al preguntar por el fallecido y antológico ex jugador, “sonrisa”.
Chus Llano, quien también compartió vestuario con él en
Sevilla, lo recuerda de la misma manera, “con una sonrisa en la boca”. Y es que la felicidad que transmitía
Montes nunca se fue, se derramaron lágrimas por su pérdida, pero su sonrisa fue el mejor de los legados que podía dejar el madrileño. Así prefiere hacerlo
Llano, “quedarse con lo bueno” a pesar del “impacto tremendo” que supuso su muerte. Para él, hoy se le dará “un homenaje más”, ya que el “verdadero es acordarnos de
Carlos a nivel personal”, perdurando en la memoria de aficionados y conocidos, los que jugaron a su lado y quienes disfrutaron siguiendo su figura.
Este viernes es buen día, por tanto, para recordar el primer partido que
Montes jugó con el Baloncesto Sevilla, como rememora
Llano. Fue en
Villalba, donde se estrenó con nada más y nada menos que 35 puntos de manera “espectacular”. Sólo el tiro le perjudicó, afirma, para “no ser un jugador de elite”, pues lo tenía todo, “fuerte, saltador, ayudaba al rebote y apretaba los dientes en los momentos difíciles”, atributos que le caracterizaban y hacían de él un jugador sorprendente.
Por tanto, este viernes servirá para hacer memoria de los saltos y brincos que ‘
Saltamontes’, como le apodaban, llevó a cabo por las diversas canchas del panorama del baloncesto español. El uruguayo
Quique López hace memoria del sobrenombre por el que se le conocía, con el que ya llegó a
Sevilla procedente de
Estudiantes, y sobre todo, de los mates a dos manos que se marcaba a pesar de no llegar a los dos metros de altura. El ex jugador suramericano tuvo “el placer” de compartir varios años habitación con
Montes, un jugador “al que no le importaba a quien tenía delante, lo daba todo”.
La historia de la
ACB se dará hoy cita en la pista de
Los Montecillos (Dos Hermanas) para recordar todo ello, todo lo que era
Carlos Montes. Su defensa, profesionalidad y entrega, sus contraataques, mates, robos y asistencias. En definitiva, ofrecerle un
homenaje a una persona con una carrera deportiva brillante, como el que han querido darle quienes lucharon con este guerrero durante muchos años. Esos que vivieron en primera persona una sonrisa que dura y nunca se llegó a apagar.